viernes, 15 de enero de 2016

ÀLEX ALFARO BLANCO: «MURRAY BOOKCHIN: CIENCIA, ÉTICA Y ECOLOGIA SOCIAL»


Ciencia, ética y ecología social
Fue en la primera mitad del s. XX cuando el científico de origen ucraniano Vladimir Vernadsky acuñara el término Tecnosfera para referirse al conjunto de artificios que nuestra especie ha creado para modificar el entorno. Es quizás en ese momento histórico (comienzos del pasado siglo) cuando la Humanidad toma más conciencia del papel transformador del medio ambiente y de su responsabilidad ante la Naturaleza, es decir nos encontramos delante del nacimiento de la ecología moderna.
La ecología moderna no la podemos entender sin la gran contribución de Murray Bookchin, un pensador norteamericano vinculado al movimiento libertario, que puso sobre la mesa a finales de los años 60 del s. XX el término Ecología Social. Esta escuela del ecologismo, según palabras suyas; estudia el equilibrio dinámico entre las sociedades humanas y el entorno natural. Estos dos puntos, equilibrio y dinamismo, son de vital importancia a la hora de entender las relaciones que los seres humanos establecemos con la Naturaleza. No podemos quedarnos en lo estático, el mundo se mueve y nosotros con él, por lo que sería absurdo, desde la óptica de la Ecología Social, el conservadurismo. A lo que tenemos que encaminarnos és a que, una vez producido el cambio o transformación, el medio en el que se haya producido se mantenga armónico.
La Ecología Social no es únicamente un planteamiento teórico que entiende de una determinada manera las relaciones entre nuestra especie y la Naturaleza, sinó que además tiene una implicación política que encuentra su manifestación en el Municipalismo Libertario; modelo de organización territorial basado en la autonomía (del municipio), en su autogestión y en su libre federación. Podríamos decir, a grandes rasgos que esta idea no es nueva, encontramos su rastro en las colectividades anarquistas en las que se implantó el comunismo libertario allá por el año 1936. Sea como fuere, el Municipalismo Libertario es un intento de actualizar ya no sólo el pensamiento anarquista, sino también ecologista.
Pero ya que hablamos de Historia, profundicemos un poco más en ella. Nos encontramos con que el sentimiento ecológico viene de lejos, por poner sólo un ejemplo hallamos los levantamientos ludistas que entre 1811 y 1817 se rebelaron contra un incipiente industrialismo que rompía con las bases del mundo agrario.
Hoy, en el s. XXI, esta corriente de pensamiento está viva en la Noosfera Social de occidente, pese a que la tecnología lo envuelve todo, y, quizás precisamente por eso, muchas personas han llegado a posturas que la sociología moderna conoce con el nombre de "primitivistas". A grandes rasgos esta corriente ideológica podría ser definida como el rechazo frontal contra todo "avance" científico y tecnológico.
Para realizar un debate serio sobre la tecnología tenemos que centrarnos en la sociedad de control, ergo en la dominación, o lo que es lo mismo la pérdida cada vez más creciente de la libertad personal y por lo tanto de la diversidad que cada individuo confiere a la sociedad en favor de una masificación uniformista. Si entendemos que el empobrecimiento de la diversidad es uno de los principales factores entrópicos de una especie, comenzaremos a delimitar cuales son las fronteras entre ética y tecnología. Existe una técnica evolutiva y otra que no lo es, definidas por su función y motivación; de lo que en realidad hablamos a la hora de definirlas es dominación y liberación, de enriquecimiento humano o de empobrecimiento de nuestra especie.
Aquí llegamos a la conclusión de que no todo avance técnico-científico es eso, un avance, para que lo sea tenemos que medirlo en términos éticos; el por qué y el cómo, como  nos recuerda Murray Bookchin en su libro La Ecología de la Libertad. Éstas son las prerrogativas para rechazar o asumir una ciencia o una técnica. Es en este punto cuando pierden consistencia según que postulados "primitivistas" que, a veces, se quedan anclados en una visión simplista de la realidad, que simplifican un debate rico en matices. No se trata de volver a lo salvaje, dejando a un lado toda artificialidad, eso es imposible, desde el neolítico hemos modificado el entorno, de lo que se trata es de avanzar en el equilibrio dinámico, base de la Ecología Social, encontrando las bases del tecnopoder para desarticularlo, a la vez que desmitificamos ciertos postulados técnicos y científicos, para que técnica y ciencia esté al servicio de la Humanidad. Naturalmente en el actual régimen capitalista esta desarticulación del tecnopoder, este servicio a la Humanidad es imposible, entre otras cosas porque cualquier "avance" tecnológico únicamente tiene una finalidad: la consolidación del poder por parte de las clases dirigentes y la ganancia económica.
Àlex Alfaro Blanco

Barcelona, enero de 2016

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