viernes, 8 de julio de 2016

ENTREVISTA A ANGELA DAVIS: LA LUCHA CONTRA EL INDIVIDUALISMO CAPITALISTA

En esta entrevista, Angela Davis, activista, profesora, escritora e icono del movimiento Black Power, habla de los vínculos existentes entre las luchas globales. Retomando los temas del feminismo negro, de la importancia de lo colectivo, de Palestina, del complejo industrial de prisiones, la profesora Davis expone el papel que los pueblos pueden y deben jugar.

—Frank Barat (FB): A menudo hablas del poder de lo colectivo y haces hincapié en la importancia de los movimientos populares. ¿Cómo podemos conseguir ese poder en una sociedad que fomenta el egoísmo y el individualismo?
—Angela Davis (AD): Desde el ascenso del capitalismo global y las ideologías relacionadas con el neoliberalismo, es cada vez más importante identificar los peligros del individualismo. Las luchas progresistas –centradas sólo en el racismo, la represión, la pobreza u otras cuestiones— están destinadas al fracaso si al mismo tiempo no intentan desarrollar la conciencia acerca de la insidiosa promoción del individualismo capitalista. Aunque Nelson Mandela insistía siempre en que sus logros eran logros colectivos conseguidos por hombres y mujeres, sus camaradas, los medios trataron de santificarle como individuo heroico. Un proceso parecido se llevó a cabo para disociar al Dr. Martin Luther King, Jr, del inmenso número de mujeres y hombres que constituyeron el corazón mismo del movimiento estadounidense por la libertad de mediados del siglo XX. Es esencial resistirse a describir la historia como la obra de individuos heroicos para que la gente reconozca hoy su potencial como parte de una comunidad de lucha cada vez más amplia.
—FB: ¿Qué queda hoy del movimiento del Black Power?
—AD: Pienso en el movimiento del Black Power –o a lo que nos referíamos en su momento como movimiento de liberación de los negros— como un momento especial en el desarrollo de la búsqueda de la libertad de los negros. Fue, en muchos sentidos, una respuesta a lo que se percibía como límites del movimiento por los derechos civiles: no sólo necesitábamos proclamar derechos legales dentro de la sociedad existente, sino también exigir derechos sustantivos –puestos de trabajo, vivienda, atención sanitaria, educación, etc.— y desafiar la estructura misma de la sociedad. Esas demandas –también contra los encarcelamientos racistas, la violencia de la policía y la explotación capitalista— se sumaron al programa de diez puntos del Partido de las Panteras Negras (PPN).
Aunque las personas negras han entrado en las jerarquías económicas, sociales y políticas (el ejemplo más espectacular fue la elección de Barack Obama en 2008), hay un abrumador número de ellas sometidas al racismo económico, educativo y carcelario a un nivel mucho mayor que durante la era anterior a los derechos civiles. En muchos aspectos, las demandas del programa de diez puntos del PPN son ahora tan importantes –o quizá incluso más importantes— como durante la década de los sesenta, que fue cuando se formularon por vez primera.
—FB: La elección de Barack Obama fue celebrada por muchos como una victoria contra el racismo. ¿Crees que fue una falacia? ¿Piensas que realmente ha estado paralizando durante mucho tiempo a la izquierda, así como a los afroamericanos implicados en la lucha por un mundo más justo?
—AD: Muchos de los supuestos respecto a la importancia de la elección de Obama están totalmente equivocados, especialmente los que describen que un hombre negro en la presidencia de EEUU simboliza la desaparición de la última barrera del racismo. Pero creo que la elección en sí fue importante, sobre todo porque la mayor parte de la gente –incluyendo la mayoría de la gente negra— no creía al principio que fuera posible elegir a una persona negra para la presidencia. Efectivamente, los jóvenes crearon un movimiento –aunque debería calificarse diciendo que era un cibermovimiento— que consiguió lo que parecía ser imposible.
El problema es que la gente que se asociaba a sí misma con ese movimiento no prosiguió ejerciendo ese poder colectivo como presión, lo que hubiera podido obligar a Obama a moverse en direcciones más progresistas (por ejemplo, contra un incremento militar en Afganistán, por un rápido desmantelamiento de Guantánamo, por un plan más completo de atención sanitaria). Creo que es importante destacar, incluso cuando nos mostramos críticos con Obama, que no habríamos estado mejor con Romney en la Casa Blanca. De lo que hemos carecido en estos últimos cinco años no es del presidente adecuado, sino más bien de movimientos de masas bien organizados.
—FB: ¿Cómo definirías el “feminismo negro”? ¿Y qué papel podría jugar en las sociedades actuales?
—AD: El feminismo negro surgió como un esfuerzo teórico y práctico para demostrar que la raza, el género y la clase son inseparables en los mundos sociales que habitamos. En el momento de su aparición, a las mujeres negras se les pedía con frecuencia que eligieran qué era lo más importante para ellas, el movimiento negro o el movimiento de las mujeres. La respuesta era que esa era una pregunta equivocada. La pregunta más apropiada era cómo entender las intersecciones e interconexiones entre los dos movimientos. Todavía estamos enfrentándonos al desafío de entender las complejas vías por las que se entrelazan la raza, la clase, el género, la sexualidad, la nación y las capacidades, pero también al reto de cómo avanzar más allá de estas categorías para entender las interrelaciones de ideas y los procesos que parecen estar separados y sin vínculos entre ellos. Insistir en las conexiones entre las luchas y el racismo en EEUU y las luchas contra la represión israelí de los palestinos es, en ese sentido, un proceso feminista.
—FB: ¿Piensas que ha llegado ya el momento de que la gente se desenganche de los principales partidos políticos y de ese concepto que nuestros “dirigentes” denominan democracia representativa? El hecho de involucrarnos en un sistema tan corrupto y podrido, gobernado sólo por el dinero y la avaricia, le da legitimidad, ¿no es verdad? ¿Cómo detener esta charada, dejar de votar y empezar a crear algo nuevo y orgánico de arriba abajo?
—AD: Ciertamente, no creo que los partidos políticos existentes puedan constituir nuestros ámbitos fundamentales de lucha, pero el ámbito electoral puede utilizarse como terreno sobre el que organizarse. En EEUU, hemos necesitado durante mucho tiempo de un partido político independiente, un partido de los trabajadores antirracista y feminista. Creo también que tienes toda la razón al identificar el activismo de base como el ingrediente más importante para la construcción de movimientos radicales.
—FB: El mundo árabe ha pasado por cambios tremendos en los últimos años, con revoluciones en curso en muchos países. ¿Qué importancia tiene que en Occidente la gente comprenda la complicidad de nuestros propios gobiernos en el mantenimiento de las dictaduras árabes?
—AD: Creo que es completamente pertinente que los pueblos del mundo árabe exijan que nosotros, en Occidente, impidamos que nuestros gobiernos apoyen a regímenes dictatoriales, y especialmente a Israel. La llamada “guerra contra el terror” ha hecho un daño inestimable al mundo, incluyendo la intensificación del racismo antimusulmán en EEUU, Europa y Australia. Como progresistas del Norte global, no hemos reconocido realmente nuestras importantes responsabilidades en la prosecución de los ataques ideológicos y militares contra los pueblos del mundo árabe.
—FB: Hace poco diste en Londres una charla sobre Palestina, el G4S (Grupo 4 de Seguridad), que es el grupo de seguridad privada mayor del mundo, y el complejo industrial de prisiones. ¿Puedes explicarnos como están vinculados?
—AD: Con el pretexto de la seguridad y el Estado de seguridad, el G4S se ha introducido en las vidas de la gente por todo el mundo, especialmente en Gran Bretaña, EEUU y Palestina. Esta compañía es la tercera corporación más grande del mundo después de Walmart y Foxcomm, y es el mayor empleador privado en el continente de África. Han aprendido a aprovechar el racismo, las prácticas antiinmigratorias y las tecnologías de castigo en Israel y en todo el mundo. El G4S es directamente responsable de las experiencias de reclusión política de los palestinos, así como de todo lo relativo al muro del apartheid levantado allí, del encarcelamiento en Sudáfrica, de las escuelas-prisión en EEUU y del muro a lo largo de la frontera entre México y EEUU.
Sorprendentemente, durante la reunión de Londres nos enteramos que el personal del G4S es responsable de ataques sexuales contra las mujeres en determinados centros de detención en Gran Bretaña.
—FB: ¿Cómo es de rentable el complejo industrial de prisiones? Has dicho a menudo que es el equivalente a la “esclavitud moderna”.
—AD: El complejo industrial global de prisiones está continuamente expandiéndose, como se puede ver en el ejemplo del G4S. Por tanto, una puede asumir que su rentabilidad está en alza. Ha llegado a abarcar no sólo prisiones públicas y privadas (y las prisiones públicas están más privatizadas de lo que uno podría pensar y cada vez más sujetas a las demandas del beneficio) pero también las instalaciones para jóvenes, las prisiones militares y los centros de interrogatorio. Además, el sector más lucrativo del negocio de las prisiones privadas es el de los centros de detención de inmigrantes. Puede por tanto entenderse por qué la legislación antiinmigrante más represiva en los EEUU fue redactada por las compañías de las prisiones privadas en un intento manifiesto de maximizar sus beneficios.
—FB: Una sociedad libre de cárceles—prisiones ¿es, en tu opinión, posible o es una utopía? ¿Cómo podría funcionar?
—AD: Pienso que una sociedad sin prisiones es una posibilidad realista en el futuro, pero en una sociedad transformada, una sociedad en la que las necesidades de la gente, y no el lucro, constituya la fuerza motriz. Al mismo tiempo, la abolición de las prisiones parece una idea utópica precisamente porque la prisión y las ideologías que la refuerzan están muy profundamente enraizadas en nuestro mundo contemporáneo. Hay cifras enormes de gente tras las rejas en EEUU –alrededor de dos millones y medio— y cada vez se utiliza más el encarcelamiento como estrategia de desviación de los problemas sociales subyacentes: racismo, pobreza, desempleo, falta de educación, etc. Estas cuestiones no se abordan nunca de forma seria. Sólo es una cuestión de tiempo que la gente empiece a darse cuenta de que la prisión es una solución falsa. La defensa del abolicionismo puede y debería producirse en relación con las demandas de una educación de calidad, de estrategias laborales antirracistas, de atención sanitaria gratuita y todo ello dentro de otros movimientos progresistas. Puede ayudar a promover una crítica anticapitalista y movimientos por el socialismo.
—FB: ¿Qué es lo que el boom del complejo industrial de prisiones está indicando sobre nuestra sociedad?
—AD: Las elevadas cifras de gente tras las rejas por todo el mundo y la creciente rentabilidad de los medios para mantenerlos cautivos son uno de los ejemplos más impresionantes del capitalismo global. Pero los obscenos beneficios que se obtienen del encarcelamiento masivo están vinculados a los beneficios de la industria sanitaria y de la educación y otros servicios humanos comercializados que deberían realmente estar a libre disposición de todos.
—FB: Hay una escena en “The Black Power mixtape”, un documental sobre el movimiento de las Panteras Negras/Poder Negro que apareció hace un par de años, donde el periodista te pregunta si apruebas la violencia. Tu respuesta fue: “¡Qué pregunta, ¿que si apruebo la violencia?! No tiene sentido”. ¿Podrías elaborarla?
—AD: Intentaba señalar que las preguntas acerca de la validez de la violencia deberían dirigirse a esas instituciones que mantienen y continúan manteniendo el monopolio de la violencia: la policía, las prisiones, el ejército. Expliqué que crecí en el sur de EEUU en un momento en el que los gobiernos permitían que el Ku Klux Klan perpetrara ataques terroristas contra las comunidades negras. En aquella época me metieron en la cárcel, tras acusarme falsamente de asesinato, secuestro y conspiración y me convirtieron en un objetivo de la violencia institucional, y van y me preguntan si estoy de acuerdo con la violencia. Fue grotesco. También estaba tratando de señalar que la defensa de la transformación revolucionaria no se basa fundamentalmente en la violencia, sino que tiene que ver con cuestiones sustantivas como mejores condiciones de vida para la gente pobre y la gente de color.
—FB: Mucha gente piensa actualmente que formaste parte de las Panteras Negras, y algunos incluso piensan que fuiste uno de los miembros fundadores. ¿Puedes explicar cuál fue tu papel exactamente, tus afiliaciones en aquel momento?
—AD: No fui miembro fundador del Partido de las Panteras Negras. En 1966, el año en el que se fundó el PPN, me encontraba estudiando en Europa. Después, en 1968, me uní al Partido Comunista y también me convertí en miembro del PPN y trabajé con una rama de la organización en Los Ángeles, donde me encargaba de la educación política. Sin embargo, en un determinado momento, el liderazgo decidió que los miembros del PPN no podían afiliarse a otros partidos, por lo que decidí conservar mi afiliación con el Partido Comunista. Sin embargo, seguí apoyando y trabajando con el PPN. Cuando me metieron en la cárcel, el PPN fue la principal fuerza que defendió mi libertad.
—FB: Volviendo a tu respuesta sobre la violencia, cuando escuché lo que decías en el documental, pensé en Palestina. La comunidad internacional y los medios occidentales están pidiendo siempre, como condición previa, que los palestinos renuncien a la violencia. ¿Cómo puedes explicar la popularidad de esta narrativa de que los oprimidos tengan que garantizar la seguridad de los opresores?
—AD: El hecho de poner la cuestión de la violencia en primer plano sirve casi inevitablemente para tapar los problemas que están en el centro de las luchas por la justicia. Así sucedió en Sudáfrica durante la lucha contra el Apartheid. Fíjate que a Nelson Mandela –al que han santificado como el defensor más importante de la paz de nuestro tiempo— le mantuvieron en la lista estadounidense de terroristas hasta 2008. Los aspectos más importantes de la lucha palestina por la libertad y autodeterminación se minimizan y se vuelven invisibles ante quienes intentan equiparar la resistencia palestina ante el apartheid israelí con el terrorismo.
—FB: ¿Cuándo fue la última vez que estuviste en Palestina? ¿Qué impresión dejó en ti esa visita?
—AD: Viajé a Palestina en junio de 2011 con una delegación de activistas/académicas feministas indígenas y de color. La delegación incluía mujeres que habían crecido bajo el Apartheid sudafricano, bajo las leyes Jim Crow del Sur y en las reservas indias. Aunque todas habíamos estado anteriormente implicadas en el activismo solidario palestino, todas nosotras nos quedamos terriblemente impactados por lo que vimos y decidimos animar a nuestros distritos a que se unieran al Movimiento del BDS (siglas en inglés de Boicot, Desinversión y Sanciones) y ayudar a intensificar la campaña por la libertad de Palestina. Más recientemente, alguna de nosotras nos implicamos en conseguir que se aprobara una resolución que instaba a participar en el Boicot Académico y Cultural de la American Studies Association. Las componentes de la delegación se involucraron en la aprobación de una resolución de la Modern Language Association censurando a Israel por rechazar la entrada de académicos estadounidenses en Cisjordania que iban a enseñar e investigar en las universidades palestinas.
—FB: Hay varios medios de resistencia de los que pueden disponer los pueblos oprimidos por regímenes racistas o coloniales o por ocupaciones extranjeras (i.e., Protocolo Adicional I del Convenio de Ginebra), incluyendo el uso de de la fuerza armada. En la actualidad, el movimiento de solidaridad palestino se ha comprometido con la vía de la resistencia no violenta. ¿Piensas que con sólo esto se pondrá fin al apartheid israelí?
—AD: Desde luego, los movimientos de solidaridad son por su propia naturaleza no violentos. En Sudáfrica, incluso cuando se estaba organizando un movimiento de solidaridad internacional, el CNA (Congreso Nacional Africano) y el PCSA (el Partido Comunista de Sudáfrica) llegaron a la conclusión de que su movimiento necesitaba de un ala armada: Umkonto We Siswe. Tenían todo el derecho a tomar esa decisión. Del mismo modo, le corresponde al pueblo palestino utilizar los métodos que estime más convenientes para tener éxito en su lucha. Al mismo tiempo, está claro que si Israel está aislado política y económicamente, como la campaña del BDS intenta, no podrá seguir adelante con sus prácticas de apartheid. Si, por ejemplo, nosotros, en EEUU, obligamos a la administración Obama a interrumpir sus ocho millones de dólares al día de apoyo a Israel, se iniciaría un largo camino de presiones a Israel para que pusiera fin a la ocupación.
—FB: Formas parte de un comité para la liberación del preso político palestino Marwan Barghouti y de todos los presos políticos. ¿Qué importancia tiene, para que prevalezca la justicia, que todos ellos sean liberados?
—AD: Es fundamental que se libere a Marwan Barghouti y a todos los prisioneros políticos que se hallan en las cárceles israelíes. Barghouti lleva dos décadas tras las rejas. Su terrible situación refleja el hecho de que la mayor parte de las familias palestinas han tenido o tienen al menos a un miembro encarcelado por las autoridades israelíes. Actualmente hay alrededor de 5.000 presos palestinos y sabemos que desde 1967, Israel ha enviado a prisión a 800.000 palestinos (el 40% de la población masculina). La demanda de liberar a todos los presos políticos palestinos es un ingrediente fundamental de la exigencia de acabar con la ocupación.
—FB: Durante una charla en la Universidad Birbeck de Londres, dijiste que la cuestión palestina tiene que convertirse en una cuestión global, una cuestión social que debería llevar en su programa o agenda todo movimiento que luche por la justicia. ¿Qué quisiste decir con esto?
—AD: Que al igual que la lucha contra el apartheid sudafricano fue una causa abrazada por los pueblos de todo el mundo e incorporada a muchas agendas de justicia social, las organizaciones y movimientos involucrados en causas progresistas por todo el planeta deben involucrarse de igual modo en la solidaridad con Palestina. Se ha tendido a considerar a Palestina como una cuestión aparte y, lamentablemente, demasiado a menudo, marginal—. Este es precisamente el momento de animar a todos los que creen en la igualdad y en la justicia para que se unan al llamamiento por una Palestina libre.
—FB: La lucha es interminable, ¿verdad?
—AD: Yo diría que nuestras luchas maduran, producen nuevas ideas, nuevos planteamientos y nuevos terrenos con los que comprometernos en la búsqueda de la libertad. Como Nelson Mandela, debemos estar dispuestos a abrazar el largo camino hacia la libertad.

21 de septiembre de 2014

Publicado en Rebelión
Traducción de Sinfo Fernández


jueves, 7 de julio de 2016

JOSEP M. CASASÚS: «COMITÉ INVISIBLE. DE HACKERS, COMUNES I INSURRECCIONS»




Comitè Invisible. De hackers, comunes i insurreccions

A tall de presentació, sols un nom: Comitè Invisible. I les seves diverses publicacions, que segueixen un fil subterrani, gairebé clandestí, que enllaça amb la Internacional Situacionista i la crítica de la societat de l'espectacle; la darrera és Als nostres amics (2014).
La seva fama mundial la degueren a La insurrecció que ve (2007); a partir d'ella, muntatges policials i polemistes mediàtics van intentar encolomar-los l'identificador «subjecte terrorista».
«La crisi no és un fet econòmic, sinó una tècnica política de govern». A les tècniques de govern semblaria que merament hi oposarien —en una lectura superficial (diguem-ne periodística) de les obres esmentades— un elogi de la insurrecció per l'amor a la insurrecció. Efectivament, els diversos capítols d'Als nostres amics van encapçalats per indrets i dates de revoltes: Atenes 2008, Oakland 2013, Istanbul 2013... i, és clar, també les places del 15M. Les insurreccions contemporànies, diuen, «ens introdueixen a una vida comuna en principi, a una existència inseparada, que no té consideracions per a les parets il·lusòries del nostre Jo».
Fixem-nos en la tonalitat «existencial» del seu plantejament. A la prosa vibrant del Comitè Invisible hi batega un fons vitalista. No ens parlen de política (com a esfera separada, amb les seves pràctiques i tècniques pròpies, els seus experts), sinó de la vida menyscabada, disminuïda, que ja és aquí. «La crisi ho és primerament de la presència». Vida quotidiana d'absència i buidor, aquella que gravita a l'entorn dels smartphones.
Per això la crítica de les tècniques de govern (les crisis, les catàstrofes presents o anunciades) ha d'anar acompanyada de la denúncia del «subjecte cibernètic», l'individu sense interioritat que el que sap de si mateix ho sap gràcies a les estadístiques de l'Apple Watch... El gegant Google també s'integra, és clar, a l'elenc de tècniques de govern: «Mai no es cartografia sinó allò que hom medita ensenyorir-se'n».
A les revoltes, diuen, «la potència col·lectiva condemna el poder a la impotència». Així doncs, no es tracta de canviar el poder, ni de col·locar-hi una altra figura. El Comitè Invisible es distancia, i fins i tot fa befa, de l'assemblea («lloc d'intercanvi, no de decisió»), així com de la ficció del poder constituent («tot poder s'institueix per un cop de força»). I arriben a afirmar que cal «renunciar a la pròpia legitimitat». Vivim, de facto, en un estat d'excepció permanent (fórmula de Walter Benjamin, recollida avui dia pel filòsof italià Agamben); el que cal fer és tornar-lo contra el poder mateix. Això és una insurrecció. 
«Habitar plenament, heus ací tot el que es pot oposar al paradigma de govern». La crisi de la presència, la incomunicació, són la marca dels nostres temps, ja que el poder crea el buit en què es mourien i interactuarien, com a «àtoms lliures», els «individus». Lliures? Una altra ficció que s'ha de bandejar és la dels «individus lliures». I els conceptes fetitxes que s'hi adhereixen, encara que siguin llaminers en alguns entorns «revolucionaris»: connexió, xarxa, autoorganització. Veritablement revolucionari és senzillament habitar; això és: ocupar les places, viure els vincles, crear mons. Les insurreccions clamen, enfront del poder, que no hi ha buit, que tot està habitat. Declaren la Comuna (que no és ni institució ni cercle autàrquic autònom ni forma de govern o d'autogovern). «Declarar la Comuna és consentir a vincular-se, és establir un pacte per confrontar junts el món». Un veritable pas del Jo al Nosaltres (radicalment diferent del de Transicions i Consensos pacificadors), és a dir, plantar-nos en comú a la vida, a l'existència inseparada. 
Ens trobem, diuen, en una veritable guerra civil, la qual es lliura majoritàriament amb mitjans pacífics. (La figura del «radical» assedegat d'accions violentes és una altra de les ficcions que s'ha d'eradicar, car es limita a «una cursa cap a una radicalitat que es basta a si mateixa».) Dues figures s'encaren en aquest combat. L'una és l'enginyer, «figura trista i serva»,  que «propaga pertot arreu la seva pròpia absència de món». Ens expropia les tècniques amb què creem mons diversos i les transforma  en «tecnologia», és a dir, en el dispositiu capitalista de la pura eficiència que erosiona els mons. L'altra figura és el hacker. De fet, Als nostres amics està dedicat a J. Hammond, condemnat a presó per hackejar i filtrar dades d'una gran corporació de seguretat. El hacker es reapropia de les tècniques, les desarticula, les explora, per cercar els errors del sistema, per experimentar, per donar-ne uns usos diferents (subversius). Les allibera i genera mons, vincles, vida comuna.
«És real allò que resisteix», com, posem per cas, un hacker, una comuna, una insurrecció. 

Josep Maria Casasús

miércoles, 6 de julio de 2016

JOAN PEDRAGOSA: «TAKIS FOTOPOULOS I LA DEMOCRÀCIA INCLUSIVA»




Takis Fotopoulos i la Democràcia Inclusiva

L'oligarquia liberal, que regeix la societat actual, descansa sobre dues institucions: l'Economia de Mercat capitalista i l'Estat. La primera, en nom d'una suposada autoregulació mitjançant la competència i el mecanisme de preus, impedeix que les polítiques econòmiques fonamentals derivin de decisions col·lectives que obeeixin anàlisis rigoroses que cerquin el bé comú. El segon, administrat a través d'una democràcia suposadament representativa, impedeix que la ciutadania prengui decisions directes sobre els assumptes públics.

La concentració de poder en una minoria ens ha portat a l'estat de crisi multidimensional i generalitzada en què ens trobem i que es manifesta: en l'àmbit polític, en la desafecció generalitzada de la política; en l'àmbit econòmic i social, en la precarietat laboral, l'exclusió social creixent i l'augment de la criminalitat; i en l'àmbit ecològic, en la destrucció, degradació i espoliació creixent de la naturalesa.

Aquesta crisi posa en dubte la societat jeràrquica contemporània —amb totes les estructures i els valors sobre els quals es recolza—, que ens fa ser víctimes i botxins de les agressions contra la humanitat i la natura.

El projecte de la Democràcia Inclusiva

La Democràcia Inclusiva —derivada d'una síntesi dels conceptes de democràcia clàssica i socialisme, però que també engloba aportacions de l'ecologisme radical, el feminisme i els moviments d'alliberament del Sud— és un projecte nascut a partir de les propostes de Takis Fotopoulos, un economista i filòsof polític grec que proposa la integració de la societat amb l'economia, la política i la natura.

La democràcia política es basaria en l'Assemblea Popular com a òrgan sobirà de presa de decisions polítiques —tots els ciutadans de cada comunitat geogràfica podrien participar en igualtat de veu i vot, prèvia deliberació col·lectiva— que serien transmeses a àmbits comunitaris i confederats més amplis.

La democràcia econòmica s'assoliria a partir d'estructures i processos que implicarien la igualtat de poder entre tots els membres de la ciutadania, que permetrien satisfer les necessitats bàsiques de tota la població, alhora que garantirien la llibertat d’elecció individual pel que fa al treball i al consum, i que partirien del pressupòsit que els recursos productius han de ser gestionats pel conjunt de la ciutadania de cada àrea geogràfica.

A la democràcia social s'hi arribaria a través de la igualtat de poder en l'àmbit social, és a dir, en la llar, el treball, l'educació i la cultura; així com de l'autogestió en tots els centres de treball que, mitjançant la gestió de les seves assemblees, vetllarien per l'assoliment dels objectius d'interès general expressats per les Assemblees Populars.

I una vegada aconseguides les democràcies política, econòmica i social, es tindrien a l'abast les condicions d'equilibri que permetin aconseguir una democràcia ecològica.

Quin camí s'ha de seguir per arribar a una Democràcia Inclusiva?

L'oligarquia liberal pot ser desmantellada i substituïda per una altra construcció social que reparteixi de manera igualitària el poder, però per assolir-la cal una acció massiva i decidida per assolir certs objectius:

Impulsar les assembles de ciutadans i aconseguir que s'hi deliberen i decideixen qüestions importants sobre el barri, el poble o la ciutat. Amb una bona participació, es poden acabar convertint en un ens que faci activitats alternatives a les de l'ajuntament oficial  –o que li presenti propostes alternatives— i que, quan sigui possible, faci entrar els seus delegats a l'ajuntament oficial per aconseguir que la presa de decisions es traspassi a unes noves institucions democràtiques locals, les Assemblees Populars.

Substituir l'economia de mercat de les empreses capitalistes per una economia basada en empreses populars i cooperatives que compti amb la complicitat d'una ciutadania dotada d’una consciència altersistèmica.

Afavorir que es puguin produir, vendre i comprar els béns de consum a l'àmbit local per trencar amb  les cadenes dels grans fabricants i distribuïdors.

Impulsar una moneda paral·lela, controlada per les Assemblees Populars, per incrementar l'autodependència de la comunitat; crear cooperatives d'estalvis locals, gestionades democràticament i l'objectiu de les quals sigui finançar projectes del sector econòmic popular; i traspassar el poder de fixar impostos a les ciutats/pobles.
Crear d'espais de reflexió i formació amb l'objectiu de promoure el desenvolupament de persones autònomes i afavorir el desenvolupament d'uns mitjans de comunicació altersistèmics amb vista a esdevenir portaveus de l'opinió popular.


Joan Pedragosa