jueves, 31 de diciembre de 2015

«EL OCÉANO DE LIMONADA Y LOS TIEMPOS MODERNOS», UN TEXTO DE HAKIM BEY



Hakim Bey
El océano de limonada 
y los tiempos modernos






Otro río más a cruzar 

En nuestra experiencia (es decir, no simplemente en nuestra especulación intelectual, sino en el día a día) hemos descubierto que el Ego puede llegar a ser tan espectral como el Grupo; o de hecho, tan espeluznante como cualquier abstracción capaz de controlar la conducta, las emociones, el pensamiento o el destino. Tan profundamente influenciados como hemos sido por Stirner / Nietzsche / Tucker / Mackay, jamás nos hemos aferrado a ninguna forma ideológica o psicológica rígida de Individualismo / Egoísmo. El individualismo anarquista es suculenta dinamita, sin embargo no es el único ingrediente de nuestro cóctel.

Nuestra posición, expuesta de manera muy simple (y muy obvia): la autonomía del individuo parece ser complementada y mejorada por el movimiento del grupo; a la vez que la efectividad del grupo parece depender de la libertad del individuo.

En los años 80 —a causa de la pobreza, el terror, la mediación y la alienación— el individuo iba estando cada vez más y más aislado, mientras que toda forma de combinación (comunas, cooperativas, etc.) era eliminada, y si no reducida a pura comparsa. Los placeres del ego aislado empiezan a salir mientras el Yo es gradualmente reducido a un terminal de comunicaciones o a un embudo hacia los fetiches de la comodidad. En los 90 demandaremos medios de asociación efectivos que no dependan del Capital ni de ninguna otra forma de representación. Rechazamos el falso trance del grupo del Espectáculo, pero también rechazamos la exclusiva inefectividad del ermitaño amargado. ¡Una ilusión que siempre habrá que superar!

Maximizando a Marx

Anarquismo de tipo 3 (un término acuñado por Bob Black) designa a una forma no-ideológica de anarquismo radical ni Individualista ni colectivista, pero en cierto modo como ambos a la par. Esta corriente dentro del antiautoritarismo no es nada nuevo, sin embargo tampoco ha adquirido ninguna forma definitiva. Se pueden encontrar versiones de esto en diversas obras como Bolo’bolo [libro publicado el 1983 por el anarquista suizo Hans Widmer], o los textos de los situacionistas. Un grupo situacionista (Para Nosotros) llegó al punto de sugerir una síntesis de Max Stirner y Karl Marx, quienes en vida fueron enemigos acérrimos. Este grupo señaló que el existencialismo psicológico de Stirner no se riñe necesariamente con la economía de Marx. Mijail Bakunin no se opuso a la crítica original de Marx, sino más bien a la solución que propuso, la dictadura.

Para nosotros, Stirner supera a Marx porque la psicología precede a la economía en nuestra teoría de liberación, pero leemos a Stirner a la luz de Bakunin y de los inicios de Marx; a la luz de la Primera Internacional y de la Comuna de 1870, a la luz de Proudhon.

Para clarificar esta posición, introduciremos dos nombres más de nuestro árbol genealógico, Steven Pearl Andrews (1812-1886) y Charles Fourier (1772-1837). En cierto modo, nos parece una pareja más agradable que Max y Marx, ya que ambos colaboraron significativamente a la causa de la liberación erótica (una preocupación central de la Sociedad de Mackay), al revés, digamos, que el virginal Bakunin, Marx o Proudhon —todos unos mojigatos— o para ello Stirner, Nietzsche o Benjamin Tucker, quienes más o menos evitaron el asunto. Serios historiadores de lo social pasan por alto a menudo a Andrews y a Fourier por ser unos excéntricos: utopistas, marginales, visionarios al estilo William Blake. Es necesario ser algo surrealista para poder apreciarlos. Pero nuestra apreciación es algo más que erótica, estética o espiritual. También nos hacemos con ellos una imagen precisa de nuestra propia posición en la corriente tipo 3 del libertarismo contemporáneo.

Océano de limonada

Fourier era fascinante. Vivió durante la misma época que el Marqués de Sade y Blake, y merece ser recordado como un igual de estos, o incluso superior a ellos. Estos otros dos apóstoles de la libertad y del deseo carecían de discípulos políticos, sin embargo a mediados del siglo XIX, literalmente cientos de comunas (falansterios) fueron fundadas en Francia, Norteamérica, México, Sudamérica, Argelia, Yugoslavia, etc. sobre los principios fourieristas. Proudhon, Engels y Kropotkin, así como André Breton y Roland Barthes lo leyeron con fascinación. No obstante, hoy día en América, Fourier se encuentra olvidado —ninguna obra suya ha sido completamente impresa aquí— unas pocas antologías salieron en los 70, pero desaparecieron, y solamente hay una obra sobre él (una excelente biografía escrita por Jonathan Beecher, que podría servir para despertar algún entusiasmo). Los mismos discípulos de Fourier censuraron algunos de sus textos más importantes (sobre sexualidad), que no aparecieron impresos hasta 1967. Esa fue la época en la que fue redescubierto.

Citar a Fourier fuera de contexto es traicionarlo. Decir, por ejemplo, que creía que el océano se volvería de limonada en el futuro, cuando la humanidad viviera en Armonía, es hacerse una imagen burlesca de él (tal y como hizo Hawthorne en El Romance de Blithedale). Para comprender la belleza de la idea, ésta debe ser vista en el contexto de las grandiosas y brillantes especulaciones cosmológicas de Fourier, contrincantes de las profecías de Blake en cuanto a complejidad. Para Fourier, el universo está compuesto de seres vivos, planetas y estrellas, los cuales mantienen relaciones sexuales entre ellos, de modo que la creación de por sí es continua. Las miserias de la Civilización han desviado a la Tierra y a la humanidad de su propio destino en un sentido literalmente cósmico. La Pasión, la cual hemos aprendido a ver como el mal, es de hecho, virtualmente, el principio divino. Los seres humanos son estrellas microscópicas, y todas las pasiones y deseos (incluyendo los fetiches y las perversiones) son por naturaleza no solamente buenas, sino necesarias para la realización del destino de los humanos. En el sistema de Armonía de Fourier todas las actividades creativas incluyendo a la industria, la artesanía, la agricultura, etc. surgirán de la liberación de la pasión: ésta es la famosa teoría de la labor atractiva. Fourier sexualiza el mismo trabajo; la vida del Falansterio es una continua orgía del sentimiento intenso, del pensamiento y de la actividad, una sociedad de amantes y salvajes entusiastas. Cuando la vida social de la Tierra es armonizada, nuestro planeta volverá a incorporarse al universo de Pasión y se experimentarán vastas transformaciones en la forma del cuerpo humano, en el tiempo atmosférico, en los animales y plantas, incluso en los océanos. La Pasión es a la humanidad y la asociación como la gravedad es a los astros y los sistemas orbitales. El falansterio es un sistema solar pequeño que gira alrededor del fuego central de las pasiones. Así pues, aunque Fourier siempre defiende al individuo contra la tiranía de los grupos Civilizados (a lo que nosotros hemos llamado grupos del Espectáculo en el contexto actual), no obstante para él el grupo en su forma ideal posee una cualidad de globalidad. Se bromea sobre él diciendo que el único pecado dentro de su sistema consiste en almorzar solo. Sin embargo, la asociación no puede ser considerada una forma de colectivismo o comunismo; no es estrictamente igualitario, y no elimina la propiedad personal o ni siquiera la herencia. Además, todos los complicados títulos y rangos con que Fourier se deleitó inventando para sus Armonianos eran voluntarios y puramente ceremoniales. El Armoniano no vive con unas 1.600 personas bajo un mismo techo por obligación o por altruismo, sino por el puro placer de las relaciones sociales, sexuales, económicas, gastrosóficas, culturales y creativas que esta asociación permite y fomenta.

El individualista agradable

Uno de los ejemplos favoritos de Fourier de cómo la armonía funciona incluso en la Civilización eran los convites, donde el vino, el ingenio y la buena comida se disfrutan según un orden espontáneo, libre de toda ley y moralidad. La Armonía Social sería como una fiesta sin final: Fourier se imaginaba a la gente saltando de la cama a las tres de la mañana para ir a coger cerezas como un portero de fútbol busca el balón.

Steven Pearl Andrews (quien también utilizaba la metáfora del banquete) no era fourierista, pero vivió durante la breve moda de los falansterios en América y adoptó muchos de los principios y prácticas fourieristas. Su mentor era Josiah Warren, primer exponente del anarquismo individualista (o Soberanía del Individuo) en América; aunque Warren bebió mucho de algunas corrientes de la democracia radical y de la anarquía espiritual protestante, que puede situarse en el período Colonial más temprano. Andrews era un constructor de sistemas, un logoteta como Fourier y Blake, un creador de mundos hechos de palabras. Combinó el abolicionismo, el amor libre, el universalismo espiritual, a Warren y a Fourier en un gran esquema utópico al que llamó Pantarquía Universal.

Andrews ayudó en la fundación de varias comunidades intencionales, incluyendo la Brownstone Utopia en la calle 14 de Nueva York, y la Modern Times en Brentwood, Long Island. Esta última es famosa por ser la comuna fourierista más conocida; de hecho, Modern Times fue tristemente célebre (por su amor libre) y al final se fue a pique bajo una aplastante ola de escandalosa publicidad. Andrews y Victoria Woodhull eran miembros de la infame Sección 12 de la Primera Internacional, y expulsados de ella por sus tendencias anarquistas, feministas y espiritualistas.

Como Fourier, Andrews creó una religión para sustituir todos los cultos autoritarios de la Civilización. Hay que admitir que esta tendencia mística en ambos pensadores nos interesa mucho, y otra vez más despierta más nuestra simpatía que el frío ateísmo (o materialismo fundamentalista) de un Stirner o de un Marx. El anarquismo de tipo 3 para nosotros incluye tanto la herencia de la protesta, de los antinomianos y de la Familia del Amor, como las formas radicales de budismo, taoísmo y sufismo.

Como Blake, Fourier y Pearl Andrews construyeron sus sistemas propios de modo que no se es esclavos de otra persona; y estas magníficas estructuras incluían dimensiones psicológica, sexual y espiritual, las cuales estaban ausentes de los meros sistemas ideológicos o filosóficos. Los detalles estructurales de Armonía y Pantarquía son fascinantes e inspiradores, sin embargo para nosotros su valor más profundo permanece en lo desafiante de su total subjetividad radical. Fourier y Pearl Andrews crearon la poesía de la vida, y no mera política o economía. Éste es el aspecto de su obra que más admiramos y deseamos emular.

La Pantarquía Universal y el Falansterio Norteamericano

En un sentido más inmediato, nos damos cuenta de que Fourier y Pearl Andrews nos ofrecen argumentos y consejos prácticos para el establecimiento de un tipo de asociación que parece incluso más deseable ahora que antes de la época del Capitalismo Tardío, del Comunismo Muerto, del puro Espectáculo, de la espeluznante alienación de las tarjetas de crédito y los contestadores automáticos, de las encuestas, de los virus de ordenador y de las averías de los sistemas de seguridad. En los años 80 incluso los autónomos antiautoritarios cayeron en un horripilante estado de comunicaciones vía correo, BBS [Bulletin Board System es un software para redes de ordenadores/computadoras], fotocopias y cintas de audio. La separación física nunca puede ser satisfactoriamente suplida por la electrónica, sino únicamente por la convivencia, por la vida compartida en el sentido físico más literal. Quienes se encuentran físicamente divididos son los que también se encuentran conquistados y controlados. Los verdaderos deseos —eróticos, gustativos, olfativos, musicales, estéticos, psíquicos y espirituales— son los que más se logran satisfacer en un contexto de libertad de uno mismo y de los demás en una proximidad física y en el apoyo mutuo. Todo lo demás es a lo sumo como una representación. Toda revuelta contra la Civilización puede ser vista (al menos desde un punto de vista) como un intento de recrear la intimidad autónoma del grupo, la libre asociación de individuos.

La soledad morbosa no es mejor que el consenso manipulado del Nuevo Orden Mundial, de hecho ambas no son sino distintas caras de la misma moneda, como los sin techo y el alquiler: el falso individualismo versus el falso colectivismo. De cara a esta ilusoria dicotomía nosotros continuaremos propagando la Soberanía del Individuo, pero al mismo tiempo proclamaremos que nuestra primera investigación de la década y la más urgente debe incumbir a la naturaleza de la asociación.

Así pues, anunciamos nuestra intención de resucitar y mezclar la Pantarquía Universal y el Falansterio Norteamericano, las manifestaciones locales (en la zona de Nueva York) de los sistemas de Andrews y de Fourier. La nueva Pantarquía Universal y el nuevo Falansterio Norteamericano (UP/NAP) será primero una sociedad de evaluación y de investigación (¡más excéntricos al viejo estilo del siglo XIX para venerar e imitar!), pero también, y quizás y más importante, el hecho de que puede convertirse en un núcleo de asociación. Planeamos hacer excursiones a los lugares originales de Modern Times y del Falansterio; pretendemos resucitar la tradición fourierista de los banquetes; pensamos construir una capilla en honor a Fourier y al Pantarca; ¡puede que incluso lleguemos lo suficientemente lejos como para crear otro boletín de noticias!

Y quizás nuestra investigación lleve realmente hacia experimentos más lejanos en el futuro sobre la creación de zonas temporalmente autónomas, tiempo y espacios libres excavados en las murallas de Babilonia —autonomía creativa y camaradería en las zonas prohibidas donde el poder habrá desaparecido— y, ¿quién sabe?, Puede que incluso en nuestras vidas…

«¿Un excéntrico? Sí, soy un excéntrico: ¡un pequeño mecanismo que causa revoluciones!»
E. F. Schumacher

¡Larga vida a la Soberanía del Individuo! ¡Larga vida a la Pantarquía! ¡Larga vida a la Armonía!

Hakim Bey

Nueva York, 7 de abril (cumpleaños de Fourier) 1991 

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