Hakim Bey
El océano de limonada
El océano de limonada
y los tiempos modernos
Otro río más a cruzar
En nuestra experiencia (es decir, no
simplemente en nuestra especulación intelectual, sino en el día a día) hemos
descubierto que el Ego puede llegar
a ser tan espectral como el Grupo; o
de hecho, tan espeluznante como cualquier abstracción capaz de controlar la
conducta, las emociones, el pensamiento o el destino. Tan profundamente
influenciados como hemos sido por Stirner / Nietzsche / Tucker / Mackay, jamás
nos hemos aferrado a ninguna forma ideológica o psicológica rígida de
Individualismo / Egoísmo. El individualismo anarquista es suculenta dinamita,
sin embargo no es el único ingrediente de nuestro cóctel.
Nuestra posición, expuesta de manera
muy simple (y muy obvia): la autonomía del individuo parece ser complementada y
mejorada por el movimiento del grupo; a la vez que la efectividad del grupo
parece depender de la libertad del individuo.
En los años 80 —a causa de la
pobreza, el terror, la mediación y la alienación— el individuo iba estando cada
vez más y más aislado, mientras que toda forma de combinación (comunas, cooperativas, etc.) era eliminada, y si no
reducida a pura comparsa. Los placeres del ego aislado empiezan a salir
mientras el Yo es gradualmente
reducido a un terminal de comunicaciones o a un embudo hacia los fetiches de la
comodidad. En los 90 demandaremos medios de asociación efectivos que no
dependan del Capital ni de ninguna otra forma de representación. Rechazamos el
falso trance del grupo del Espectáculo, pero también rechazamos la exclusiva
inefectividad del ermitaño amargado. ¡Una ilusión que siempre habrá que
superar!
Maximizando a Marx
Anarquismo de tipo 3 (un término acuñado por Bob Black) designa a una forma no-ideológica de
anarquismo radical ni Individualista ni colectivista, pero en cierto modo como
ambos a la par. Esta corriente dentro del antiautoritarismo no es nada nuevo,
sin embargo tampoco ha adquirido ninguna forma definitiva. Se pueden encontrar
versiones de esto en diversas obras como Bolo’bolo
[libro publicado el 1983 por el anarquista suizo Hans Widmer], o los textos de
los situacionistas. Un grupo situacionista (Para Nosotros) llegó al punto de
sugerir una síntesis de Max Stirner y Karl Marx, quienes en vida fueron
enemigos acérrimos. Este grupo señaló que el existencialismo psicológico de
Stirner no se riñe necesariamente con la economía de Marx. Mijail Bakunin no se
opuso a la crítica original de Marx, sino más bien a la solución que propuso,
la dictadura.
Para nosotros, Stirner supera a Marx
porque la psicología precede a la economía en nuestra teoría de liberación, pero
leemos a Stirner a la luz de Bakunin y de los inicios de Marx; a la luz de la
Primera Internacional y de la Comuna de 1870, a la luz de Proudhon.
Para clarificar esta posición,
introduciremos dos nombres más de nuestro árbol genealógico, Steven Pearl
Andrews (1812-1886) y Charles Fourier (1772-1837). En cierto modo, nos parece
una pareja más agradable que Max y Marx, ya que ambos colaboraron
significativamente a la causa de la liberación erótica (una preocupación
central de la Sociedad de Mackay), al revés, digamos, que el virginal Bakunin,
Marx o Proudhon —todos unos mojigatos— o para ello Stirner, Nietzsche o Benjamin
Tucker, quienes más o menos evitaron el asunto. Serios historiadores de lo social
pasan por alto a menudo a Andrews y a Fourier por ser unos excéntricos: utopistas,
marginales, visionarios al estilo William Blake. Es necesario ser algo
surrealista para poder apreciarlos. Pero nuestra apreciación es algo más que
erótica, estética o espiritual. También nos hacemos con ellos una imagen
precisa de nuestra propia posición en la corriente tipo 3 del libertarismo contemporáneo.
Océano de limonada
Fourier era fascinante. Vivió durante
la misma época que el Marqués de Sade y Blake, y merece ser recordado como un
igual de estos, o incluso superior a ellos. Estos otros dos apóstoles de la
libertad y del deseo carecían de discípulos políticos, sin embargo a mediados
del siglo XIX, literalmente cientos de comunas (falansterios) fueron fundadas
en Francia, Norteamérica, México, Sudamérica, Argelia, Yugoslavia, etc. sobre
los principios fourieristas. Proudhon, Engels y Kropotkin, así como André
Breton y Roland Barthes lo leyeron con fascinación. No obstante, hoy día en
América, Fourier se encuentra olvidado —ninguna obra suya ha sido completamente
impresa aquí— unas pocas antologías salieron en los 70, pero desaparecieron, y
solamente hay una obra sobre él (una excelente biografía escrita por Jonathan
Beecher, que podría servir para despertar algún entusiasmo). Los mismos
discípulos de Fourier censuraron algunos de sus textos más importantes (sobre
sexualidad), que no aparecieron impresos hasta 1967. Esa fue la época en la que
fue redescubierto.
Citar a Fourier fuera de contexto es
traicionarlo. Decir, por ejemplo, que creía que el océano se volvería de
limonada en el futuro, cuando la humanidad viviera en Armonía, es hacerse una
imagen burlesca de él (tal y como hizo Hawthorne en El Romance de Blithedale). Para comprender la belleza de la idea,
ésta debe ser vista en el contexto de las grandiosas y brillantes
especulaciones cosmológicas de Fourier, contrincantes de las profecías de Blake
en cuanto a complejidad. Para Fourier, el universo está compuesto de seres
vivos, planetas y estrellas, los cuales mantienen relaciones sexuales entre
ellos, de modo que la creación de por sí es continua. Las miserias de la
Civilización han desviado a la Tierra y a la humanidad de su propio destino en
un sentido literalmente cósmico. La Pasión, la cual hemos aprendido a ver como
el mal, es de hecho, virtualmente, el principio divino. Los seres humanos son
estrellas microscópicas, y todas las pasiones y deseos (incluyendo los fetiches
y las perversiones) son por naturaleza no solamente buenas, sino necesarias
para la realización del destino de los humanos. En el sistema de Armonía de
Fourier todas las actividades creativas incluyendo a la industria, la
artesanía, la agricultura, etc. surgirán de la liberación de la pasión: ésta es
la famosa teoría de la labor atractiva.
Fourier sexualiza el mismo trabajo; la vida del Falansterio es una continua
orgía del sentimiento intenso, del pensamiento y de la actividad, una sociedad
de amantes y salvajes entusiastas. Cuando la vida social de la Tierra es
armonizada, nuestro planeta volverá a incorporarse al universo de Pasión y se
experimentarán vastas transformaciones en la forma del cuerpo humano, en el
tiempo atmosférico, en los animales y plantas, incluso en los océanos. La
Pasión es a la humanidad y la asociación como la gravedad es a los astros y los
sistemas orbitales. El falansterio es un sistema solar pequeño que gira
alrededor del fuego central de las pasiones. Así pues, aunque Fourier siempre
defiende al individuo contra la tiranía de los grupos Civilizados (a lo que
nosotros hemos llamado grupos del Espectáculo en el contexto actual), no
obstante para él el grupo en su forma ideal posee una cualidad de globalidad.
Se bromea sobre él diciendo que el único pecado dentro de su sistema consiste
en almorzar solo. Sin embargo, la asociación no puede ser considerada una forma
de colectivismo o comunismo; no es estrictamente igualitario, y no elimina la
propiedad personal o ni siquiera la herencia. Además, todos los complicados
títulos y rangos con que Fourier se deleitó inventando para sus Armonianos eran
voluntarios y puramente ceremoniales. El Armoniano no vive con unas 1.600
personas bajo un mismo techo por obligación o por altruismo, sino por el puro
placer de las relaciones sociales, sexuales, económicas, gastrosóficas,
culturales y creativas que esta asociación permite y fomenta.
El individualista agradable
Uno de los ejemplos favoritos de
Fourier de cómo la armonía funciona incluso en la Civilización eran los
convites, donde el vino, el ingenio y la buena comida se disfrutan según un
orden espontáneo, libre de toda ley y moralidad. La Armonía Social sería como
una fiesta sin final: Fourier se imaginaba a la gente saltando de la cama a las
tres de la mañana para ir a coger cerezas como un portero de fútbol busca el
balón.
Steven Pearl Andrews (quien también
utilizaba la metáfora del banquete) no era fourierista, pero vivió durante la
breve moda de los falansterios en América y adoptó muchos de los principios y
prácticas fourieristas. Su mentor era Josiah Warren, primer exponente del
anarquismo individualista (o Soberanía del Individuo) en América; aunque Warren
bebió mucho de algunas corrientes de la democracia radical y de la anarquía
espiritual protestante, que puede situarse en el período Colonial más temprano.
Andrews era un constructor de sistemas, un logoteta
como Fourier y Blake, un creador de mundos hechos de palabras. Combinó el
abolicionismo, el amor libre, el universalismo espiritual, a Warren y a Fourier
en un gran esquema utópico al que llamó Pantarquía Universal.
Andrews ayudó en la fundación de
varias comunidades intencionales,
incluyendo la Brownstone Utopia en la calle 14 de Nueva York, y la Modern Times
en Brentwood, Long Island. Esta última es famosa por ser la comuna fourierista
más conocida; de hecho, Modern Times fue tristemente célebre (por su amor libre)
y al final se fue a pique bajo una aplastante ola de escandalosa publicidad.
Andrews y Victoria Woodhull eran miembros de la infame Sección 12 de la Primera
Internacional, y expulsados de ella por sus tendencias anarquistas, feministas
y espiritualistas.
Como Fourier, Andrews creó una religión para sustituir todos los cultos
autoritarios de la Civilización. Hay que admitir que esta tendencia mística en
ambos pensadores nos interesa mucho, y otra vez más despierta más nuestra
simpatía que el frío ateísmo (o materialismo fundamentalista) de un Stirner o
de un Marx. El anarquismo de tipo 3
para nosotros incluye tanto la herencia de la protesta, de los antinomianos y
de la Familia del Amor, como las formas radicales de budismo, taoísmo y
sufismo.
Como Blake, Fourier y Pearl Andrews
construyeron sus sistemas propios de modo que no se es esclavos de otra persona;
y estas magníficas estructuras incluían dimensiones psicológica, sexual y
espiritual, las cuales estaban ausentes de los meros sistemas ideológicos o
filosóficos. Los detalles estructurales de Armonía y Pantarquía son fascinantes
e inspiradores, sin embargo para nosotros su valor más profundo permanece en lo
desafiante de su total subjetividad radical. Fourier y Pearl Andrews crearon la
poesía de la vida, y no mera política o economía. Éste es el aspecto de su obra
que más admiramos y deseamos emular.
La Pantarquía Universal y el Falansterio Norteamericano
En un sentido más inmediato, nos
damos cuenta de que Fourier y Pearl Andrews nos ofrecen argumentos y consejos
prácticos para el establecimiento de un tipo de asociación que parece incluso
más deseable ahora que antes de la época del Capitalismo Tardío, del Comunismo
Muerto, del puro Espectáculo, de la espeluznante alienación de las tarjetas de
crédito y los contestadores automáticos, de las encuestas, de los virus de
ordenador y de las averías de los sistemas de seguridad. En los años 80 incluso
los autónomos antiautoritarios cayeron en un horripilante estado de
comunicaciones vía correo, BBS [Bulletin Board System es un software para redes
de ordenadores/computadoras], fotocopias y cintas de audio. La separación
física nunca puede ser satisfactoriamente suplida por la electrónica, sino
únicamente por la convivencia, por la vida compartida en el sentido físico
más literal. Quienes se encuentran físicamente divididos son los que también se
encuentran conquistados y controlados. Los verdaderos
deseos —eróticos, gustativos, olfativos, musicales, estéticos, psíquicos y
espirituales— son los que más se logran satisfacer en un contexto de libertad
de uno mismo y de los demás en una proximidad física y en el apoyo mutuo. Todo
lo demás es a lo sumo como una representación. Toda revuelta contra la
Civilización puede ser vista (al menos desde un punto de vista) como un intento
de recrear la intimidad autónoma del grupo, la libre asociación de individuos.
La soledad morbosa no es mejor que el
consenso manipulado del Nuevo Orden Mundial, de hecho ambas no son sino
distintas caras de la misma moneda, como los sin techo y el alquiler: el falso
individualismo versus el falso
colectivismo. De cara a esta ilusoria dicotomía nosotros continuaremos propagando
la Soberanía del Individuo, pero al mismo tiempo proclamaremos que nuestra
primera investigación de la década y la más urgente debe incumbir a la
naturaleza de la asociación.
Así pues, anunciamos nuestra
intención de resucitar y mezclar la Pantarquía Universal y el Falansterio
Norteamericano, las manifestaciones locales (en la zona de Nueva York) de los
sistemas de Andrews y de Fourier. La nueva Pantarquía Universal y el nuevo
Falansterio Norteamericano (UP/NAP) será primero una sociedad de evaluación y
de investigación (¡más excéntricos al viejo estilo del siglo XIX para venerar e
imitar!), pero también, y quizás y más importante, el hecho de que puede
convertirse en un núcleo de asociación. Planeamos hacer excursiones a los
lugares originales de Modern Times y del Falansterio; pretendemos resucitar la
tradición fourierista de los banquetes; pensamos construir una capilla en honor
a Fourier y al Pantarca; ¡puede que incluso lleguemos lo suficientemente lejos
como para crear otro boletín de noticias!
Y quizás nuestra investigación lleve
realmente hacia experimentos más lejanos en el futuro sobre la creación de
zonas temporalmente autónomas, tiempo y espacios libres excavados en las
murallas de Babilonia —autonomía creativa y camaradería en las zonas prohibidas
donde el poder habrá desaparecido— y, ¿quién sabe?, Puede que incluso en nuestras
vidas…
«¿Un excéntrico? Sí, soy un excéntrico: ¡un pequeño mecanismo que causa revoluciones!»
E. F. Schumacher
¡Larga vida a la Soberanía del
Individuo! ¡Larga vida a la Pantarquía! ¡Larga vida a la Armonía!
Hakim Bey
Nueva York, 7 de abril (cumpleaños de
Fourier) 1991