La gran estafa en Catalunya
Catalunya es uno de los poquísimos países de la Eurozona en el que el
Gobierno, a pesar de ser uno de los gobiernos que han llevado a cabo con mayor
intensidad la política de recortes de gasto público, incluyendo gasto público
social, y haber apoyado reformas laborales orientadas a facilitar el despido de
los trabajadores y empleados, no ha perdido sustancialmente el apoyo popular
que determinó su victoria electoral —hace casi dos años—, victoria basada en
parte en un programa electoral que excluía el desarrollo de tales políticas,
tal como también, por cierto, hizo el Partido Popular que gobierna actualmente
en España (que sí ha sufrido una pérdida de apoyo electoral). ¿Cómo es que la
política de recortes ha tenido un coste electoral al partido gobernante en
España y a la gran mayoría de los partidos gobernantes en la UE, y no la ha
tenido en Catalunya?
Las causas de esta situación, claramente excepcional, es que tal
Gobierno de la Generalitat de Catalunya, que tiene pleno control de los mayores
medios públicos de información públicos, tales como Catalunya Ràdio y la
Televisió de Catalunya (TV3, C33, 3/24, etc.), y que goza del apoyo de la
mayoría de medios de información privados, ha sido exitoso en promover el mensaje
de que «no hay alternativas» a tales políticas, debido al enorme déficit
público que había dejado el Gobierno tripartito anterior (y que se encontró «inesperadamente»
cuando llegó al Gobierno) y también al «expolio de Catalunya por parte de
España» que había creado un enorme agujero en las arcas de la Generalitat de
Catalunya. El término un tanto belicista de «expolio» se refiere al déficit
fiscal de Catalunya versus el Estado español, es decir, la diferencia entre lo
que los ciudadanos que viven en Catalunya contribuyen con sus impuestos y lo
que reciben del mismo Estado a través del gasto público.
De esta lectura de las causas del problema financiero de tal Gobierno,
la coalición gobernante CiU (una coalición de un partido liberal, Convergència
Democràtica de Catalunya, perteneciente a la Internacional Liberal, y un
partido cristianodemócrata, Unió Democràtica de Catalunya, perteneciente al
grupo del Partido Popular Europeo, el mismo, por cierto, al que pertenece el
Partido Popular) ha propuesto (además de recortar el gasto público para reducir
el déficit y así corregir los supuestos excesos de gasto incurridos por la
coalición de partidos de izquierdas que constituyeron el Gobierno anterior),
una redefinición de la relación financiera entre el Estado central español y la
Generalitat de Catalunya, proponiendo un pacto fiscal encaminado a desarrollar
un concierto económico semejante al existente en el País Vasco y en Navarra.
Esta petición, a partir de la manifestación del 11-S (que exigía un Estado propio
para Catalunya) que reunió a un millón y medio de personas en las calles de
Barcelona, se convirtió, en manos del Gobierno Mas, en un mero eslabón en el
camino hacia la independencia de Catalunya, objetivo que no estaba en el
programa electoral de CiU ni tampoco era un objetivo deseado por el Gobierno de
la Generalitat para tal manifestación del 11-S que, según CiU, debería haberse
centrado en la demanda por un pacto fiscal entre Catalunya y el Estado español.
Es obvio que el Gobierno Mas quedó desbordado por la propia manifestación y que
intenta ahora canalizar esta protesta (que en otros países hubiera sido en
contra del propio Gobierno) hacia el Estado español. El enorme enfado
popular hacia los recortes, entre muchos otros agravios, se intenta canalizar,
no en contra de la Generalitat y su partido, CiU, sino hacia el Gobierno de
España gobernado por el mayor aliado que CiU ha tenido en el desarrollo de sus
políticas.
Las contradicciones del argumentario de CiU
En la línea argumentativa de CiU hay varios hechos que se ignoran y/o
ocultan. Veamos los datos. La deuda de la Generalitat pasó de ser el 7% del PIB
catalán en 2003 (cuando inició su mandato el primer tripartito) al 17% en 2010
(cuando terminó el mandato del 2º Gobierno tripartito). Durante este periodo,
el gasto público social en los servicios públicos del Estado del bienestar
subieron como nunca antes habían subido: en esos cuatro años se aumentó el
gasto en protección social en 1.025 euros por habitante, pasando de 3.781 euros
a 4.806 euros, mientras que en los cuatro años anteriores el aumento había sido
de 768 euros, es decir 257 euros por habitante menos.
En 2010, el Gobierno Mas comenzó su gobierno con el intento de bajar tal
deuda pública. Pero a pesar de los enormes recortes, cuya intensidad no tenía
precedentes ni en Catalunya ni en España, la deuda pública se disparó pasando
del 17% del PIB en Catalunya al 22% en 2012, uno de los mayores incrementos de
la deuda pública ocurridos en los países de la Eurozona. Las causas de ello eran
previsibles, tal como indicamos unas pocas voces, marginadas cuando no
insultadas en tales medios públicos de la Generalitat (ver «Comentario del
profesor Navarro a los hechos vergonzosos que ocurrieron en la entrevista que
le hizo Manel Fuentes en Catalunya Ràdio» en www.vnavarro.org).
Los recortes del Gobierno Mas, junto con los del Gobierno del PP
(aprobados en las Cortes Españolas con el apoyo del partido gobernante en la
Generalitat de Catalunya, CiU), acentuaron de una manera muy marcada la
recesión económica, con la consecuente bajada de actividad económica y
disminución de los ingresos al Estado. Se ha mostrado una vez más que las
políticas de austeridad han sido un suicidio económico, tal como incluso el Fondo
Monetario Internacional (que ha sido una de las instituciones que más ha
presionado a los gobiernos para que se hagan tales recortes de gasto público,
incluyendo el social) ha tenido que reconocer en un reciente informe (ver mi
artículo «Los neoliberales deberían pedir perdón al pueblo al pueblo español,
incluido el catalán», El Plural, 22.10.12).
Pero la otra causa del descenso de los ingresos al Estado era la bajada
de impuestos que el Gobierno español, con el apoyo de CiU había llevado a cabo
durante el periodo de expansión económica. Tal bajada de impuestos creó un
crecimiento del déficit público estructural del Estado (y de la Generalitat),
dato silenciado en la mayoría de medios de la Generalitat de Catalunya. En
realidad, según los datos del Ministerio de Hacienda, la aplicación de la
reforma fiscal del 2006 (aprobada con el apoyo de CiU) a nivel del estado
español (y que naturalmente afectó a los ingresos de la Generalitat) significó
una bajada de ingresos (equivalente a 19.540 millones de euros) en 2007, bajada
de impuestos que fue muy acentuada en el impuesto de Sociedades y en las rentas
superiores. El impacto de tal bajada de impuestos en los ingresos al Estado,
que también afectaba a la Generalitat, ha sido una de las noticias menos
visibles en los medios de mayor difusión en Catalunya. Tal bajada de impuestos
causó, como he indicado, un aumento del déficit público estructural, tanto del
Estado como de la Generalitat de Catalunya, déficit que apareció con toda
claridad cuando el crecimiento económico se frenó y finalmente se colapsó,
resultado del estallido de la burbuja inmobiliaria.
Cómo respondió CiU a la crisis
Cuando el déficit público se incrementó, la respuesta de CiU fue apoyar
medidas de recortes de gasto público llevadas a cabo por los gobiernos
españoles y más tarde, cuando gobernó la Generalitat de Catalunya, realizarlas
con gran intensidad con la intención –según declaraciones de los portavoces del
Gobierno CiU- de impresionar a Bruselas de la «seriedad y compromiso del
Gobierno de la Generalitat», homologando seriedad con la voluntad de tomar
medidas impopulares (tal como también ha dicho y hecho el portavoz del Gobierno
del PP en España). Estos recortes se hicieron con el argumento de que «no había
otra alternativa», mensaje promovido activamente por los medios de información,
tanto públicos como privados, ocultando que sí que había alternativas.
Veámoslas.
CiU aprobó en las Cortes Españolas la propuesta del Gobierno Zapatero de
congelar las pensiones, incluyendo, naturalmente, las pensiones catalanas (con
el fin de ahorrar 1.200 millones de euros, dedicados a reducir el déficit
público). Podría haber tomado, sin embargo, otras medidas que hubieran
conseguido incluso más fondos. Así, CiU podría haber apoyado el mantenimiento
del impuesto de patrimonio (con lo cual se habrían conseguido 2.100 millones de
euros) en lugar de eliminarlo, como hizo. O podría haber apoyado la eliminación
de las rebajas (que respaldó) en el impuesto de sucesiones (por valor de 2.552
millones de euros), o podría haber apoyado revertir la bajada de impuestos (que
había aprobado) de las personas que ingresaban más de 120.000 euros al año,
consiguiendo 2.500 millones.
Un tanto idéntico podría haber hecho con los recortes, incluso más
intentos, realizados por el Gobierno del PP, presidido por el Sr. Rajoy. Así,
en lugar de apoyar los recortes del Gobierno Rajoy (que han impuesto una
reducción de 6.000 millones de euros en la sanidad pública, que tendrá como
consecuencia el desmantelamiento de tal servicio público), CiU podría haber
apoyado la anulación de la bajada de impuestos de sociedades (que CiU había
aprobado) de las grandes empresas que facturan más de 150 millones de euros al
año (que representan un 0,12% de todas las empresas de España), consiguiendo con
ello 5.300 millones de euros para el erario público (incluyendo a la
Generalitat de Catalunya).
O CiU podría haber apoyado en las Cortes Españolas la reducción del
subsidio que el Estado da a la Iglesia Católica para impartir docencia de
religión católica en las escuelas públicas (incluidas las catalanas) a fin de
ahorrar 600 millones de euros, permitiendo evitar los recortes a los servicios
domiciliarios a las personas con discapacidades y dependientes. Y aquí, en
Catalunya, el Gobierno CiU podría haber reducido su déficit a base de aumentar
los ingresos a la Generalitat de Catalunya en lugar de centrarse tanto en los
recortes. Incluso el Gobierno Cameron de Gran Bretaña, con afinidades políticas
a las del Gobierno Mas, intentó reducir el déficit público, no sólo recortando
el gasto público, sino también aumentando los impuestos. El Gobierno Obama de
EEUU intentó una reducción del déficit a base de un equilibrio 50%/50%. Y
el Gobierno socialista francés acaba de aprobar un presupuesto en el que el 80%
de la reducción del déficit público se ha hecho a costa de aumentar los
impuestos del capital y de las grandes fortunas, y sólo un 20% a base de más
recortes del gasto público. No así el Gobierno Mas. El 98% de la reducción del
déficit se ha hecho a base de recortes.
El mayor problema del retraso social de Catalunya y de España es la
escasez de recursos del Estado, incluyendo de la Generalitat de Catalunya
El Gobierno Mas podría haber evitado muchos de sus recortes si hubiera
recogido fondos ya existentes en Catalunya. Catalunya no es pobre. Su PIB per
capita es el 110% del promedio de la UE-15. Su gasto público social, sin
embargo, es sólo el 73% del promedio de la UE-5. Si fuera el 110%, Catalunya se
gastaría casi 20.000 millones más que no se gastan, porque la Generalitat no
los recoge. La Generalitat podría haber recogido, por ejemplo, 2.788 millones
de euros mediante las siguientes medidas: 1.000 millones de euros a través de
un impuesto finalista progresista que fuera a la sanidad pública, tal como ha hecho
el Gobierno canadiense; 600 millones de euros a base de gravar los beneficios
exuberantes del capital financiero (tal como ha sugerido, paradójicamente, el
Fondo Monetario Internacional); 400 millones de euros manteniendo el impuesto
de sucesiones; 538 millones de euros a base de recuperar el impuesto de
patrimonio, modificándolo para centrarse en las grandes fortunas; 150 millones
modificando las multas y sanciones para hacerlas progresivas (es decir, que una
multa sancionadora sea mayor en la medida en que los ingresos de la persona o
institución sancionada sean mayores, tal como ocurre en los países nórdicos);
150 millones de euros en impuestos verdes, haciendo pagar 5 euros por cada
vuelo que despegue de aeropuertos catalanes, y así un largo etcétera.
Ninguna de estas medidas, por cierto, hubiera afectado a la mayoría de
la ciudadanía a la que sí, en cambio, le afectan los recortes en sanidad,
educación y otros servicios públicos de la Generalitat. Y, naturalmente, podría
también reducirse, camino de eliminarse, el enorme fraude fiscal, muy acentuado
entre las rentas superiores de Catalunya y en las grandes empresas. Aplicando a
Catalunya la metodología utilizada por los técnicos de Hacienda para calcular
el tamaño del fraude, éste es en Catalunya de 18.000 millones de euros (cifra
que los propios técnicos consideran muy conservadora). CiU no se ha
distinguido, ni en las Cortes Españolas ni en el Parlament de Catalunya, por
haber iniciado o apoyado medidas correctoras de tal fraude.
Otras fuentes de ingreso para la Generalitat de Catalunya, que hubieran
evitado los recortes, hubieran sido apoyar el aumento de impuestos al tabaco y
al alcohol que hubieran podido recoger 200 millones, fondos que hubieran
repercutido en mayores ingresos para Catalunya, o exigir a las mutuas
patronales de accidentes y enfermedades laborales que paguen al sistema
sanitario público catalán los gastos de atender a los pacientes accidentados o
enfermos por causas laborales, y que hoy no pagan (representando un déficit de
la sanidad pública de 230 millones de euros).
Todas estas son medidas que CiU y su Gobierno podría haber apoyado en
las Cortes españolas, y aprobado y/o llevado a cabo en su gobierno, y que no
hicieron. Y el que no lo hicieran responde a causas políticas. Es decir,
hubieran afectado a los grupos sociales o intereses financieros y económicos
que CiU representa o a los que no se atreve a enfrentarse. Como dijo
recientemente un dirigente de Cáritas en Catalunya, ¿cómo los políticos pueden
dar tanto dinero a la banca (CiU ha sido el partido que más ha apoyado al PP en
el rescate bancario), y tan poco dinero a las poblaciones vulnerables que hoy
están sufriendo enormemente? La respuesta del Gobierno CiU al incremento de la
pobreza fue hacer la Maratón Antipobreza de la televisión pública TV3, que
recogió 4 millones de euros. Si CiU y su aliado en las Cortes y en el Parlament
(el PP) hubieran aprobado un impuesto sobre las transacciones bancarias de
corto plazo (la mayoría de clara orientación especulativa) la Generalitat
habría obtenido 300 millones de euros. Todas estas son medidas que CiU podría
haber llevado a cabo en su Gobierno que hubiera podido hacerse como
alternativas a los recortes. Ahora bien, ¿cómo es que, con la evidencia
existente, y que presento en este artículo, el Gobierno CiU no sólo no está
perdiendo popularidad, sino que puede ganar por mayoría? La respuesta es el
argumento del “expolio”.
El déficit fiscal es un problema, pero no es el mayor problema de
Catalunya
En cuanto al “expolio”, hay que indicar que, detrás de tal término
belicista existe una realidad que le cuesta mucho al Estado español reconocer.
Y es que la contribución de los impuestos derivados de Catalunya es excesiva
(según los parámetros comparativos de transferencias interregionales en la
mayoría de países de la Eurozona), en relación a los fondos que recibe del
Estado. Esta es una realidad, cuya falta de reconocimiento por parte del Estado
Central es un indicador más de un problema mayor, que es el gran desequilibrio
que existe en la relación Estado Central-versus Catalunya a favor del primero y
a costa del segundo (ver mi artículo «El nacionalismo españolista». Sistema,
05.10.12). La constante oposición del establishment español, centrado en
Madrid, al reconocimiento de la plurinacionalidad de España, ha sido la mayor
fuente de frustración en grandes sectores de la población catalana, una falta
de reconocimiento que aparece también en la decisión del Tribunal
Constitucional de vetar puntos clave del Estatuto de Catalunya aprobado por
referéndum por la población catalana.
Complementando esta decepción hubo la falta de respuesta y protesta por
parte del establishment español (cuyas Cortes Españolas habían aprobado
previamente tal Estatuto), después del «cepillazo» —término ofensivo que incluso
causó gracia en el establishment madrileño— a la propuesta aprobada por el
Parlamento Catalán. La falta de protesta del Gobierno Zapatero a tal hecho por
parte de aquel establishment fue un factor contribuyente a la generalización
del enfado en Catalunya hacia el Gobierno central.
Pero el punto final que ha rebosado el vaso ha sido la victoria del PP,
que fue el partido que había llevado el Estatuto al Tribunal Constitucional, y
cuya postura hostil hacia las reivindicaciones en Catalunya se ha traducido en
sus declaraciones y comportamientos. El Gobierno no ha tomado ninguna medida
sancionadora, por ejemplo, contra el militar que amenazó con una intervención
militar ocupando Catalunya, de nuevo un caso que demuestra no solo la enorme
insensibilidad democrática del Gobierno PP sino también su hostilidad hacia
Catalunya.
Ahora bien, dicho todo lo que he dicho, varias realidades necesitan
añadirse. Una de ellas es que la mayor fuerza política que ha apoyado las
políticas neoliberales que ha estado aprobando el PP y que están causando unos
enormes daños a las clases populares catalanas ha sido precisamente CiU. Y la
otra vertiente es que, en reciprocidad, la fuerza política que ha apoyado
constantemente las políticas neoliberales y regresivas en Catalunya ha sido el
PP. Tales políticas están desmantelando el Estado del bienestar en Catalunya
convirtiendo un Estado universal (con derechos universales que se aplican a
toda la ciudadanía) en un Estado asistencial (para las personas sin recursos o
especialmente vulnerables) con un gran debilitamiento de la fuerza del trabajo
y una disminución de los derechos laborales, todo ello acompañado con una
disminución de los derechos civiles y aumento de la represión.
Esto ha sido ocultado en los medios de comunicación de la Generalitat de
Catalunya que han jugado un papel clave con su silencio ensordecedor sobre la
naturaleza de estos hechos. TV3 ha alcanzado unos niveles de
instrumentalización desconocidos desde la era pujolista, enfatizando la
inevitabilidad de esta reforma y el «expolio» de Catalunya por parte de España.
Tal expolio, sin embargo, no puede explicar el enorme déficit social de
Catalunya. Explica parte pero no todo. De hecho, los datos de gasto en
protección social de 2007 para Catalunya, que son los últimos disponibles,
muestran que si se destinaran los recursos que configuran el déficit fiscal
(que la Generalitat considera que es el 8% del PIB catalán) a gasto social
según la asignación actual del presupuesto de la Generalitat, el gasto social
por habitante en Catalunya todavía estaría lejos de alcanzar la cifra que le
correspondería por el nivel de riqueza que tiene. En realidad, pasaría de 5.475
unidades de poder de compra (upc, unidades monetarias que tienen idéntica
capacidad de compra, estandarizando el poder adquisitivo de países con
diferente nivel de riqueza) a 6.236 upc, una cantidad todavía muy lejos de los
8.210 upc que se debería gastar por el nivel de riqueza que tiene. La mayor
causa del retraso social de Catalunya es la misma causa del subdesarrollo
social de España (como documenté en mi libro El subdesarrollo Social de
España), es decir, el enorme dominio de las fuerzas conservadoras sobre el
Estado español (incluido el catalán) a lo largo de su historia, y que se ha
cristalizado durante estos dos años en la alianza PP-CiU en las Cortes
Españolas, y CiU-PP en el Parlament. Y ahora ambas formaciones políticas están
agitando las banderas con fines electorales.
Esta es la gran estafa y el fraude existente hoy en Catalunya y en
España. La coalición gobernante de Catalunya, que tiene gran responsabilidad en
el retraso social de las clases populares de Catalunya, se presenta ahora como
la gran defensora del pueblo catalán, convirtiendo a su máximo aliado, el PP,
en su máximo adversario, enarbolando la bandera catalana para mantenerse en el
poder y continuar siguiendo las políticas neoliberales que han hecho tanto
daño.
Ahora bien, los enfadados que marcharon en las calles de Barcelona el
11-S pidiendo autogobierno y el derecho a decidir (lo cual comparto), deben ser
conscientes de que en la medida que voten a tal partido y a tal Gobierno, el
motivo de su enfado no se resolverá, pues una futura Catalunya bajo el Gobierno
CiU será muy semejante a la Catalunya de hoy, con los mismos recortes, las mismas
políticas fiscales regresivas, la misma instrumentalización de los medios
públicos, el mismo retraso social de Catalunya y la misma inmunidad frente a la
corrupción que ha salpicado tan extensamente a este partido y a este Gobierno.
¿Es esta la Catalunya que desean? No es la Catalunya por la que la generación
de mis padres, mi generación y generaciones posteriores lucharon durante la
dictadura para que nuestros hijos y nietos pudieran vivir libremente en una
Catalunya con democracia, pluralidad y justicia social. Esta Catalunya no
existe y tampoco existirá si las fuerzas conservadoras dominan la transición de
esta Catalunya a la otra Catalunya.
La gran estafa en Catalunya (y en España)
Joan B. Culla es un historiador que trabaja también como columnista y
periodista para los medios de mayor difusión en Catalunya, incluyendo Catalunya
Ràdio y TV3. Es, sin duda, el comentarista político de mayor visibilidad en los
medios de mayor difusión radiotelevisiva públicos de Catalunya. Ello se debe,
en gran parte, a las posturas que promueve, próximas al partido gobernante hoy
en Catalunya. Tiene también una columna en El País (Edición
Catalunya), donde cubre la cuota del nacionalismo conservador en las páginas de
tal rotativo, cuota negada, por cierto, a pensadores de izquierdas.
En un reciente artículo de su columna, titulado «Desmesuras» (09.11.12)
criticaba a las izquierdas catalanas por hacer el juego a las voces procedentes
del otro lado del Ebro, que denuncian lo que es obvio, que el gobierno de CiU
está utilizando la movilización independentista (lo cual no quiere decir que
tal movimiento sea un instrumento de CiU, como erróneamente se percibe en gran
parte de España) para ocultar los recortes que tal gobierno ha hecho a lo largo
de su mandato. Según Joan B. Culla, esta crítica a los recortes por parte de
las izquierdas es malintencionada y refleja una doble moral, pues tales voces
critican al gobierno Mas por hacer algo —los recortes— que, en realidad, todas
las CCAA están haciendo. Según él, no es justo, por lo tanto, centrarse en los
recortes del gobierno Mas e ignorar todos los demás.
Ésta fue también la respuesta que el propio presidente Mas dio a Mònica
Terribas en el diario Ara, en la que éste respondió, en su
defensa a la crítica de los recortes, con el argumento de que lo que él hacía
era lo único posible, como atestiguaba el hecho de que todas las demás CCAA
estuvieran haciéndolo también. El presidente Mas añadió que incluso en
Andalucía, gobernada por una alianza del PSOE con Izquierda Unida, se estaba
haciendo lo mismo. Predeciblemente, casi la misma expresión ha sido ahora
escrita por el Sr. Culla en su artículo de El País. Tanto el Sr. Culla como la Sra.
Mònica Terribas presentaron, así, los recortes del gobierno Mas como la única
política posible, como lo demuestra que todas las CCAA estén haciendo lo mismo.
Debido al enorme dominio que las derechas catalanas tienen en los medios
de mayor difusión en Catalunya, tal argumento ya se considera tan obvio que no
requiere documentación. Ahora bien, si tales defensores del gobierno Mas
mirasen los datos —cosa que raramente hacen, pues perciben que su misión no es
la de informar, sino la de promocionar un ideario— verían que sí que hay
alternativas a las políticas de recortes del gobierno Mas. Me remito a
los datos presentados por Juan Torres, Alberto Garzón y yo, en el libro Hay
Alternativas, que muestran que por cada recorte que han hecho los
gobiernos Rajoy y Mas, había y continúa habiendo otras alternativas que ni
siquiera han sido consideradas. Es más, si analizaran los recortes hechos por
las CCAA también podrían haber visto que no todas las CCAA están haciendo lo
mismo. Andalucía está siguiendo una política de recortes que es muy distinta a
la que está siguiendo el gobierno Mas. La coalición PSOE-IU no ha recortado ni
la sanidad ni la educación, ni ha impuesto sistemas de copago en sanidad, como
el gobierno Mas ha hecho.
Frente a esta realidad, uno esperaría que la Sra. Mònica Terribas en su
entrevista al Sr. Mas hubiera hecho esta lógica pregunta: «¿Por qué usted, Sr.
Mas, recorta en sanidad y educación y el gobierno andaluz no lo hace?». Ni a la
Sra. Terribas ni al Sr. Culla, sin embargo, les interesa que tal pregunta se
haga pues la respuesta mostraría claramente la sensibilidad neoliberal que el gobierno
Mas representa. En realidad, el gobierno Mas es el más neoliberal de los
gobiernos existentes en España. Miembros de su equipo económico incluso han
criticado al Sr. Rajoy por ser demasiado blando en sus reformas
laborales, exigiendo una mayor dureza que facilite todavía más la bajada de
salarios y el despido de los trabajadores. Y el gobierno Mas aprobó la Ley que
configuró la necesidad de recortar gasto público a nivel autonómico, delegando
incluso en el gobierno central la potestad de sancionar a las CCAA que no
siguieran tales políticas. Ninguna de estas medidas y propuestas las hizo el
gobierno andaluz de izquierdas.
Es más, es fácilmente demostrable que el argumento de que los recortes
del gobierno Mas eran necesarios, como consecuencia del “desastre” heredado del
gobierno tripartito anterior, no corresponde a la realidad. La deuda pública ha
aumentado enormemente durante el periodo Mas, consecuencia de las políticas
tomadas por el partido ahora gobernante, incluyendo los recortes que han contribuido
a la recesión económica y, con ello, a la reducción de los ingresos públicos.
Tal reducción de ingresos fue también facilitada por la bajada de impuestos
aprobada con el apoyo de CiU en el año 2006 y realizada más tarde por el
gobierno Mas, bajada de impuestos que aumentó, todavía más, el déficit y
la deuda pública tanto española como catalana. Hoy el gobierno Mas es uno de
los gobiernos más neoliberales existentes, no sólo en España, sino
también en la Eurozona. Como bien ha dicho el propio presidente Mas, «tenemos
que mostrar a Bruselas que somos serios en nuestras promesas», clarificando
que, para él, seriedad significa recortes y lo que llama disciplina fiscal.
Tales recortes están deteriorando los servicios públicos, como la sanidad, lo
cual está beneficiando a los servicios sanitarios privados, de los cuales el
Consejero de Salud, el Sr. Boi Ruiz era, antes de ser nombrado Consejero, un
máximo exponente como dirigente de la patronal hospitalaria privada.
El PP como el mejor aliado de CiU: la complementariedad de las derechas
nacionalistas
Habiendo dicho todo lo anterior, quisiera subrayar que carecen de
credibilidad las críticas al gobierno Mas procedentes de más allá del Ebro que
vienen del gobierno Rajoy y del partido de derechas español, el PP, que ha sido
responsable de políticas de recortes casi idénticas a las realizadas por el
gobierno Mas. El PP, por cierto, con sus declaraciones, está estimulando el
sentimiento independentista y su reacción españolista que electoralmente le
favorece. El mejor aliado de la derecha catalana siempre ha sido la derecha
española, incluso en su supuesta adversidad, más ficticia, por cierto, que
real.
En realidad, existen semejanzas entre la ideología nacionalista de ambas
formaciones políticas, CiU y PP. Su nacionalismo es de carácter esencialista,
utilizado para movilizar a la población para que apoye sus políticas de clara
orientación neoliberal que está dañando a las clases populares de ambos
territorios. Ambos han tenido en sus orígenes una ideología supremacista,
considerándose superiores a sus vecinos, elemento especialmente acentuado en el
nacionalismo conservador español, que hablaba incluso de superioridad de raza.
Su día nacional se llamó durante muchos años el día de la Raza. Tal narrativa y
concepto no se presentaba con tal intensidad en el nacionalismo conservador
catalán, aún cuando solía utilizar términos despectivos, con connotaciones
étnicas para referirse a los ciudadanos procedentes de otras partes de España,
llamándolos «charnegos». Algunos de los escritos del que fue más tarde
Presidente de Catalunya, el Sr. Jordi Pujol, hablaban incluso de una
inferioridad del andaluz.
Tales componentes de la ideología nacionalista a ambos lados del Ebro
han ido cambiando con el tiempo, habiendo sido el cambio particularmente
acentuado en el caso catalán. Hoy el nacionalismo conservador catalán —las
derechas catalanas— han aceptado en su seno a los catalanes procedentes de
otras partes de España. Y ello como resultado de la influencia de las
izquierdas con las cuales la derecha catalana ha tenido que competir y que
tenían una visión opuesta a la conservadora. La historia de Catalunya
(ocultada, por cierto, por el nacionalismo conservador catalán) muestra que
fueron precisamente las izquierdas las que siempre defendieron a la nación
catalana (defendiéndola como un colectivo que compartía lengua e historia
común, con especificidades propias), incluido su derecho de autogobierno y
autodeterminación (lo que ahora se llama «poder de decidir»), luchando
heroicamente durante la dictadura, por tal defensa de Catalunya. Para estas
izquierdas, (socialistas, comunistas y anarcosindicalistas) la lucha por los
intereses del mundo del trabajo llevaba aparejada la defensa de Catalunya,
integrando plenamente al trabajador recién llegado de otras partes de España a
Catalunya y a su identidad. Nadie luchó con tanta intensidad por Catalunya y su
propia identidad y gobierno como las izquierdas, lideradas durante la lucha
antifascista por el PSUC. Se ha olvidado, por cierto, que los socialistas
habían tenido también, durante la clandestinidad, el compromiso de que
Catalunya tuviera autogobierno y autodeterminación, compromiso que la dirección
del PSOE abandonó como resultado de las presiones del Ejército, eje —con la
Iglesia y la Monarquía— del nacionalismo conservador español (tal como ha
documentado el historiador catalán Josep Fontana).
El nacionalismo español es el más opresivo y asfixiante pues niega la
existencia de otras naciones e impone su visión de España, presentándola como
la única España posible (ver mi artículo «El nacionalismo españolista» en Sistema 05.10.12). Tal nacionalismo, (que
niega incluso que sea nacionalismo) tiene su máxima expresión en el
establishment español, basado principalmente en Madrid. Tal visión aparece
también en dirigentes del PSOE, entre los cuales José Bono es el máximo
exponente.
Las barbaridades del Sr. Bono
José Bono, declaró en Sitges que la negación de la posibilidad de dos
identidades fue el origen de la barbarie nazi. Asume erróneamente que los
nacionalistas conservadores catalanes están negando a los catalanes que se
sienten también españoles los mismos derechos que los de los que se sienten
sólo catalanes, insinuando, por lo tanto, que los primeros serían los judíos de
la Catalunya dominada por los nacionalistas catalanes (en caso de conseguir la
independencia), refiriéndose al nazismo como ejemplo de ello. Ni que decir
tiene que las declaraciones del Sr. José Bono fueron, como era predecible,
ampliamente difundidas por la televisión catalana TV3, controlada por el
gobierno Mas, y que han dañado enormemente al PSC (el partido de la misma
familia política de Bono) y ayudaron enormemente al partido gobernante en
Catalunya.
Acusar hoy a los partidos nacionalistas catalanes de considerar a los
catalanes que nos sentimos españoles como judíos es algo más que una acusación
profundamente errónea y maliciosa: es una declaración antidemocrática que
alcanza niveles deleznables, orientada a crear odio. Su acusación es tan
absurda que es utilizada astuta e inteligentemente por CiU como representativa
de la enorme intolerancia presente en el nacionalismo españolista. Tal
nacionalismo, representado por Bono, es enormemente dañino no sólo para los
independentistas sino también para los españoles que nos sentimos catalanes
que, como dije anteriormente, tenemos otra visión de España —una España
republicana plurinacional— compartida con millones de españoles. Tal
intolerancia y exclusividad alcanzó extremos despreciables cuando el Sr. Bono
siendo Presidente del Congreso tuvo la desfachatez de recriminar a los
republicanos por enarbolar la bandera republicana en un acto de homenaje de las
Cortes a las brigadas internacionales, uno de las reprimendas más vergonzosas
que hayan ocurrido en aquella Cámara. El Sr. Bono ha escrito que aprendió de su
padre —que era falangista— su amor a España, reproduciendo así su visión de
España, heredada del fascismo. Han sido él y su concepción de España los que
han negado dos identidades a los catalanes que nos sentimos españoles, al
negarnos el poder de decidir, haciendo nuestra españolidad voluntaria y no
forzada. Tal visión de España ha hecho mucho daño a nuestro país y terminará,
sin duda, rompiéndolo.
La desafortunada respuesta de Pere Navarro
Por desgracia, la respuesta del candidato del PSC al Govern de la
Generalitat, Pere Navarro, a las barbaridades de Bono ha sido muy
desafortunada. Frente a la barbaridad de Bono, Pere Navarro indicó que «no
contestaba a jubilados», con lo cual ofendió a los jubilados, por los cuales,
por cierto, el socialismo catalán y español han hecho muchísimo. El comentario
de Pere Navarro parecía reflejar que los argumentos de los ancianos, la gran
mayoría de los jubilados, no deben tenerse en cuenta, lo cual, además de ser
ofensivo, es suicida electoralmente pues los votantes más fieles que tiene el
socialismo en Catalunya y en España han sido precisamente los jubilados por
vejez. Inconscientemente Pere Navarro estaba reproduciendo una discriminación
muy generalizada en contra de la ancianidad, que debe denunciarse con toda
contundencia.
El problema de las izquierdas catalanas
Se ha olvidado (olvido que las derechas catalanas han facilitado a
través de la mayoría de medios de información que controlan, instrumentalizan,
o influencian) que, tal como indiqué antes, fueron las izquierdas las que, bajo
condiciones enormemente represivas, pidieron el «derecho a decidir». Tanto el
PSUC como el PSOE habían incluido tales reivindicaciones en sus propuestas. El
socialismo lo abandonó, pero el PSUC no. Y el problema es que las izquierdas
abandonaron la tradición y sensibilidad del PSUC, es decir, la identificación
de la lucha por la liberación del mundo del trabajo con la autodeterminación de
la nación catalana, autodeterminación necesaria para mostrar que la
incorporación de Catalunya a España es un acto voluntario y no impuesto. La
mayoría de catalanes se han sentido siempre españoles, al menos hasta hace
poco. Este desapego es resultado del dominio del PP en las instituciones
políticas del Estado y de su nacionalismo españolista (compartido por José
Bono) que un número creciente de catalanes encuentra asfixiante.
Las izquierdas catalanas tendrían que haber enfatizado que el que más
ama a Catalunya es el que más se compromete con el bienestar de las clases
populares de Catalunya (ver mi artículo «¿Quiénes son los patriotas?» Público
15.11.12),
que son la mayoría de la población, a través, entre otros medios, de la
expansión del estado del bienestar, denunciando a las derechas por utilizar las
banderas para defender intereses particulares y de clase. La recuperación
electoral de IC-V-EUiA se debe, en parte, a que ha ido redescubriendo el «rojo»
de su historia, que no tendría nunca que haber diluido. Por lo demás, es
importante para las izquierdas, incluyendo el PSC, que pierdan sus complejos y
que sigan la estrategia que el Partido Demócrata de Estados Unidos utiliza en
sus campañas electorales y que el Partido Republicano defensivamente llama la
estrategia de la «lucha de clases», presentando a las derechas por lo que son,
el mero instrumento del poder de las elites financieras y económicas
gobernantes. Hoy estamos viendo en Catalunya y en España el ataque más frontal
que ha habido durante el periodo democrático al estado del bienestar, estado
del bienestar utilizado por las clases populares a los dos lados del Ebro, que
tienen más en común en la defensa de sus intereses de lo que las separa. El
objetivo de las derechas es impedir que tales clases populares así lo perciban,
creando enfrentamientos que las dividan. Pero la cultura política catalana
(hegemonizada por las derechas), excesivamente versallesca, obstaculiza el
desarrollo de tal estrategia. Y así les va a las izquierdas.
Vicenç Navarro
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