LAS 10 ESTRATEGIAS DE
MANIPULACIÓN MEDIÁTICA
1. La estrategia de la distracción. El elemento primordial del control social es la estrategia
de la distracción, que consiste en desviar la atención del público de los
problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y
económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas
distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la
distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por
los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la
psicología, la neurobiología y la cibernética.
«Mantener la atención del público distraída, lejos de los
verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real.
Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar;
de vuelta a la granja como los otros animales».
Anónimo, Armas
silenciosas para guerras tranquilas, 1979
2. Crear problemas,
después ofrecer soluciones. Este método también es
llamado «problema-reacción-solución». Se crea un problema, una «situación»
prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el
mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se
desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados
sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y
políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica
para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales
y el desmantelamiento de los servicios públicos.
3. La estrategia de la
gradualidad. Para hacer que se
acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por
años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas
radicalmente nuevas fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado
mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios
que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una
revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.
4. La estrategia de
diferir. Otra manera de hacer
aceptar una decisión impopular es la de presentarla como «dolorosa y necesaria»,
obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es
más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero,
porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la
masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que «todo irá mejorar
mañana» y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al
público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación
cuando llegue el momento.
5. Dirigirse al público
como criaturas de poca edad. La mayoría de la
publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y
entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad,
como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental.
Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono
infantilizante. ¿Por qué?
«Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la
edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella
tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también
desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de
edad».
Anónimo, Armas
silenciosas para guerras tranquilas, 1979
6. Utilizar el aspecto
emocional más que la reflexión. Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica
para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido
crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro
emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o
injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir
comportamientos…
7. Mantener al público
en la ignorancia y la mediocridad. Hacer que el público sea incapaz de comprender las
tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud.
«La calidad de la educación dada a las clases sociales
inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia
de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales
superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores».
Anónimo, Armas
silenciosas para guerras tranquilas, 1979
8. Estimular al público a ser complaciente con la
mediocridad. Promover al público a
creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto, malhablado,
admirador de gentes sin talento alguno, a despreciar lo intelectual, exagerar
el valor del culto al cuerpo y el desprecio por el espíritu…
9. Reforzar la
autoculpabilidad. Hacer creer al
individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de
la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos.
Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se
autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos
efectos es la inhibición de su acción. ¡Y, sin acción, no hay revolución!
10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos
se conocen. En el transcurso de los
últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una
creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídas y
utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y
la psicología aplicada, el «sistema» ha disfrutado de un conocimiento avanzado
del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha
conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo.
Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control
mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos
sobre sí mismos.
Noam Chomsky
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