lunes, 5 de mayo de 2014

CARTA DE KROPOTKIN A LENIN (21/12/1920)


Respetable Vladimir Illich:

Ha aparecido la noticia, en los diarios Izvestia y Pravda, que da a conocer la decisión del gobierno soviético de tomar como rehenes a algunos miembros de los grupos de Savinkov y Cherkov del partido socialdemócrata, del centro táctico nacionalista de los guardias blancos, y a oficiales de Wrangel, para que, en caso de que sea cometido un intento de asesinato contra los líderes de los soviets, sean exterminados sin piedad tales rehenes.

¿Es que realmente no hay nadie cerca de usted que recuerde a sus camaradas y les persuada de que tales medidas representan un retorno al peor periodo de la Edad Media y de las guerras religiosas, y es totalmente decepcionante de gente que se ha echado a cuestas la creación de la sociedad en consonancia con los principios comunistas? Cualquier persona que ame el futuro del comunismo no puede lanzarse a lograrlo con tales medidas.

¿Es posible que nadie le haya explicado lo que realmente es un rehén? Un rehén es aprisionado no por castigo a algún crimen. Es detenido para chantajear al enemigo con su muerte. Si ustedes matan a uno de los nuestros, nosotros mataremos a uno de los suyos. Pero, ¿no es ésto la misma cosa que conducir al prisionero cada manana hasta el cadalso y regresarlo a la celda, diciéndole: Espera un poco más, todavía no?




¿Y no comprenden sus camaradas que ésto es equivalente a una restauración de la tortura para los rehenes y sus familias?

Espero que nadie me diga que la gente en el poder se interesa tan poco por las vidas. Hoy en día aún entre los reyes hay algunas personas que contemplan la posibilidad del asesinato como una ocupación azarosa. Y los revolucionarios, por su lado, asumen la responsabilidad de defenderse a sí mismos ante las Cortes que atentan contra su vida. Luisa Michel eligió este camino. O rechazan el juicio y son perseguidos, como Malatesta y Voltairine de Cleyre.

Aún los reyes y los papas han rechazado tan bárbaro método de autodefensa como lo es el de tomar rehenes. ¡Cómo pueden los apóstoles de una nueva vida, y los arquitectos de un nuevo orden social dotarse de tales medios de defensa contra sus enemigos! ¿Tendrá que considerarse ésto como un signo de que ustedes consideran su experimento comunista fallido y que no están salvando tanto a ese sistema tan querido para ustedes, sino salvándose ustedes mismos? ¿No se dan cuenta sus camaradas de que ustedes, comunistas, a pesar de los errores que hayan cometido están trabajando para el futuro, y que por lo mismo, no debían realizar su trabajo en forma tan cercana a lo que fue el terror primitivo? Ustedes deberían saber que precisamente estos actos, realizados por revolucionarios en el pasado, han hecho de las nuevas realizaciones comunistas algo tan difícil de lograr.

Pienso que deben tomar en cuenta que el futuro del comunismo es más precioso que sus propias vidas. Y me alegraría que con sus reflexiones renuncien a este tipo de medidas.

Con todo y estas muy serias deficiencias, la revolución de Octubre ha traído un enorme progreso. Ha demostrado que la revolución social no es imposible, cosa que la gente de Europa Occidental ya había empezado a pensar, y que, a pesar de sus defectos está trayendo algún progreso en dirección a la igualdad.

¿Por qué entonces golpear a la revolución empujándola a un camino que la lleva a su destrucción, sobre todo por defectos que no son inherentes al socialismo o al comunismo, sino que representa la sobrevivencia del viejo orden y de los antiguos efectos destructivos de la omnívora autoridad ilimitada?

Con camaradería y afecto.


Piotr Kropotkin

Dmitrov, 21 de diciembre de 1920

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