viernes, 1 de noviembre de 2013

ERC, EL SOCIO PROTECTOR DE LOS MOSSOS MALTRATADORES



ERC, hace unos meses, volvió a cerrar filas con su aliado, que a veces parece funcionar como su superior jerárquico, el gobierno de CiU. Esta vez, ante una cuestión muy delicada que ponía en juego su sensibilidad democrática. Iniciativa per Catalunya había solicitado la comparecencia en el Parlament del Conseller d’Interior, Ramón Espadaler, y del Director General de la Policía Manel Prat. El objetivo era que se explicasen las circunstancias del disparo de pelotas de goma por los Mossos D’Esquadra a los manifestantes durante la huelga del 14-N, una de las cuales impactó en el ojo de Ester Quintana, que lo perdió. ERC se opuso rotundamente.

Mientras tanto, siguen recayendo condenas por delitos de tortura y otras agresiones contra los Mossos. El 13 de Julio, la Audiencia de Barcelona (APB) condenó al mosso Ricard V. porque en la Comisaría de Les Corts, y concretamente en el interior de la celda donde estaba detenido Marc V., cinco agentes, entre los que se encontraba el condenado, «le golpearon con una porra y con patadas», causándole «policontusiones» y «consiguiendo una situación de humillación». La condena fue por un delito de trato degradante y humillante que en el C. Penal se define como delito contra la integridad moral. La pena fue de diez meses de prisión e inhabilitación para ejercer de policía durante dos años y cuatro meses. Recientemente, la APB ha confirmado la condena impuesta a otro mosso por dos faltas, una de vejaciones y otra de lesiones, a las correspondientes multas. Y, por último, la APB ha condenado a otro mosso a seis meses de prisión por un delito de lesiones, causadas  en junio de 2010, a una persona en el curso de una detención en el Raval.


Y, en la sesión del Parlament del día 24 de este mes, la diputada de ERC, Gemma Calvet, se opuso a que la Cámara solicitase al Govern —por “fidelidad parlamentaria”, según algún medio— el cese del Director General de la Policía por las agresiones causadas a Juan Andrés Benítez que, directa o indirectamente, pudieran haberle causado la muerte. Agentes que, aún, no han sido suspendidos en sus funciones. La Diputada se atrevió a decir que su posición y la de su partido era consecuencia de una «oposición constructiva» y que ese hecho concreto «la muerte de una persona» no podía «enturbiar» el funcionamiento de los Mossos. ¿Qué más hace falta, Sra. Diputada? Precisamente Vd., que como miembro que fue del Comité de Ética de la Policía, bajo el mandato del Conseller Saura, conoce el elevado  grado de denuncias que los ciudadanos presentan contra la actuación de los Mossos. Estamos ante una cuestión trascendental, el ejercicio de las funciones policiales en un Estado democrático, que exige el pleno respeto de los derechos fundamentales a la integridad física de las personas y al derecho de manifestación. El control parlamentario y judicial de la policía es fundamental cuando son afectados derechos esenciales. Por tanto, el veto, en este caso, de CiU y ERC representa un retroceso de las garantías democráticas que deja indefensos a los ciudadanos, esos mismos ciudadanos a los que apelan para engañosas quimeras.

ERC debe recordar que está apoyando a un Gobierno que derogó y dejó sin efecto el primer Código Ético de la Policía promulgado en Catalunya y España. Código que pretendía complementar el limitado y conciso marco legal con un conjunto de normas deontológicas que aseguraran con firmeza los derechos ciudadanos exigiendo a los cuerpos policiales de Catalunya, entre otros objetivos, un uso mas prudente y contenido de la violencia cuando resultase excepcionalmente necesaria, evitando en todo caso, causar daños físicos irreversibles. No pudo, entonces conseguirse, la supresión del empleo de pelotas de goma, pero se crearon mecanismos de control ciudadano independientes de las autoridades policiales. El Consejero Felip Puig impidió que entrara en vigor y, ahora, ERC apoya a ese Gobierno y sus decisiones antidemocráticas.

Las leyes autonómicas catalanas, sobre los Mossos d’Esquadra y las policías locales, reflejaron fielmente los principios de actuación establecidos en la Ley estatal de 1986 y confirmaron la opción por una policía que, como dice el texto «no está por encima de la ley» y cuya finalidad es el servicio a la comunidad; por ello, «los últimos destinatarios de la actividad policial son los ciudadanos».

Además de los imperativos legales, en la actuación policial concurre casi siempre una exigencia ética que debe tener una especial trascendencia en los momentos de la detención y la custodia de los detenidos y, especialmente, en los casos de coerción legítima, momento en que debe garantizarse de forma absoluta e incondicional el derecho a la integridad física y psíquica de las personas y el correspondiente rechazo de cualquier forma de maltrato, por leve que fuese.

ERC debería plantearse, más que dificultar el auténtico desarrollo de una policía democrática, exigir ya, sin demora, que el Gobierno de CiU cumpla las Recomendaciones de Amnistía Internacional sobre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad:

  • Que regulen estrictamente la fabricación, uso y transferencia de tecnologías de seguridad y policiales, basándose en normas internacionales de derechos humanos.
  • Que establezcan mecanismos independientes de investigación —como así se pretendió— que contribuyan a esclarecer los hechos en todos los casos en los que la policía emplee un arma con capacidad letal, o cuando la acción policial tenga como consecuencia la muerte o lesiones graves remitiendo toda la información pertinente a las autoridades judiciales.
  • Que aseguren la adecuada formación de los funcionarios policiales antidisturbios, garantizando que el grado de fuerza utilizado es el mínimo necesario para controlar la situación. La actuación de la policía debe ser siempre legítima, necesaria y proporcionada. 
  • Y, que faciliten mecanismos efectivos de rendición de cuentas ante violaciones de derechos humanos.


En lugar de de promover el cumplimiento de estas Recomendaciones, ERC obstaculiza el control parlamentario de abusos policiales, favoreciendo, objetivamente, un clima de arbitrariedad impune.

Ante esta realidad, podría recordársele a ERC, si no la conoce, que vele por la aplicación de aquella histórica Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, que decía así: «La garantía de los derechos del hombre y del ciudadano necesita una fuerza pública. Esta fuerza se instituye, por tanto, para beneficio de todos…». «De todos». Que no lo olviden.


Y que para cumplir ésta y muchas otras recomendaciones internacionales muy recientes, eliminen definitivamente las pelotas de goma, dada la acreditada imposibilidad de controlar su uso, su evidente peligrosidad y la aptitud de causar daños personales irreversibles. El objetivo que se pretende con ellas no puede justificar nunca su uso.

Carlos Jiménez Villarejo
Publicado en La Lamentable

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