Lo que puedo aportar son básicamente unas
notas de trabajo al hilo de la acción de estos últimos meses sobre el tipo de
lucha que hemos estado construyendo a lo largo de estos años y, a nivel
práctico, cómo encarar los problemas que nos estamos encontrando en este
momento.
Consideramos que la lucha de la que hemos participado
para la defensa de internet y del compartir ha sido crucial para llegar al
movimiento del #15M.
Crucial a varios niveles.
Por la madurez que ha creado de forma
transversal en la opinión pública, tanto en el defender algo que posee y le
quieren arrebatar como es el Internet neutral, como en las formas éticas de
relacionarse.
Es evidente que el uso de la red de redes está
cambiando la historia de la humanidad. No solamente está permitiendo formas
capilares de contrainformación y de autoorganización; no solamente los poderes
fácticos están atónitos ante el fin de la univocidad de sus mensajes, de sus
monólogos, frente al fin en tiempo real de la impunidad de decisiones para
perpetrar su poder y sus propios intereses, sino que la gente —a través de la
red y como la red— está acabando dialécticamente con la atomización de las ideas
de cambio y con la endogamia de los grupos, estableciendo una nueva ética
basada en el reconocimiento de los méritos y habilidades de cada persona, permitiendo
su madurez y autonomía y normalizando formas de organización donde el control
es descentralizado, el usuario final empoderado, y la distribución de recursos,
compartida.
La Netiqueta[1]
ha enseñado y vertebra el comportamiento de las personas en el grupo,
resolviendo, al menos en parte, uno de los problemas que siempre hemos tenido
en los movimientos: el aspecto psicológico, la realización de cada persona en
la lucha. Esta dimensión, que se suele descuidar, es una de las que más
contribuyen a la destrucción de los movimientos.
Con el mismo medio, aunque por razones en parte
diferentes aquí que, por ejemplo, en los países árabes, la opinión pública se
ha preparado para la re-evolución.
No solo es posible cuando se toca fondo, no solo
es posible por la desesperación, sino también cuando nos dotamos de
herramientas que nos permitan pensar y desarrollar autonomía, pensamiento e
inteligencia.
Ya en nuestro texto para el FCForum de 2010[2]
explicábamos que la evolución de la opinión pública española sobre la defensa
de internet y en contra de la Ley Sinde no era una anécdota sino la
construcción de algo.
En el texto se decía que en el Estado español:
– compartir es legal y la gente lucha
masivamente para que así sea;
– una tienda pequeña tumba por la vía legal a
las mayores multinacionales del entretenimiento quitándoles (eso esperamos) su
mayor fuente de financiación que es el canon;
– las prácticas anacrónicas de las entidades
de gestión y de los lobbies de las industrias culturales han creado una
conciencia muy clara de los abusos que se estaban cometiendo y de los defectos
legislativos, así como una opinión pública muy formada y activa sobre temas aparentemente
técnicos y, aparentemente, no de vida o muerte;
– más de 200.000 personas se adhieren al
manifiesto «En defensa de los derechos fundamentales en internet» y a las
acciones contra la Ley Sinde como la lista de Sinde o la constitución de Red Sostenible,
etc.;
– 200.000 personas interactúan con el festival
D’evolution Summit durante la cumbre de ministros de la UE;
– se echa a un ministro en 2009 con la campaña
Molina Pírate.
O sea, Spain no se debe tratar como una
excepción en vía de extinción, sino como una palanca, como un punto de partida.»:
una primera victoria para una lucha más amplia.
La conciencia de que es necesario defender internet
ha calado muy hondo y, junto con la articulación de las luchas en las redes
sociales, ha sido el campo de entrenamiento y de empoderamiento y la mecha
subyacente a la explosión del movimiento #15M (que naturalmente bebe y se
constituye por la convergencia de muchos años de muchas luchas muy diversas,
además de la posibilidad de compartir masiva y colectivamente el hartazgo antes
vivido en privado).
Dicho esto como premisa, miro cómo nos hemos desenvuelto
en este contexto apuntando algunas «leyes» básicas:
Los tempos
Como muy bien definió una compañera de DRY, se
trata de: primero indignar; segundo, informar y, tercero, hacer que cale la
estrategia.
Se trata de encenderte no de enseñarte, decía Jean
Genet.
Y añado una cuarta fase: normalizar el
mainstream, ofrecernos a ser asimilados, poner en evidencia la falsedad de los
lugares comunes con ironía y sentido común, no con el dogma. No educamos; compartimos
y magnificamos percepciones comunes.
Contrariamente a los que dicen algunos
últimamente, tenemos prisa. Nuestro tempo es el tempo histórico, no el tempo
psicológico. Para convencernos de ello usamos una frase de Andretti, corredor de
Fórmula 1, que dice: «Si todo parece estar bajo control es que no estás yendo
lo bastante rápido».
Los espacios
1. El trabajo que se realiza en la sombra es
por grupos de afinidad y colaboraciones en la red. Preferimos primar un espacio
protegido y no abierto, aunque en red con la red, para que la intensidad de la
lucha se encare en un ambiente
psicológicamente saneado.
2. El trabajo que se realiza hacia fuera es de
dos tipos: presencias anónimas y virales, controladas pero incontables,
inapresables y que todo el mundo puede hacer suyas.
Un trabajo abiertamente de marca por grupo de afinidad
o por alianzas en red. Nosotras —como ejemplo— participamos de varias de estas
marcas en el campo de la lucha por los derechos en el entorno digital, cada una
con un entramado y
complicidades diferentes y que cubre un target
diferente: X.net es más bien una asesoría; los oxcars es un show que rescata —o
al menos lo intenta— a la comunidad artística de su papel de siervos y excusa
para la privatización del conocimiento y la destrucción de la neutralidad de la
red. Este es un ejemplo práctico de normalizar a nivel de mainstream la cultura
libre, una exhibición que se ofrece abiertamente a la asimilación por parte del
sistema y de cualquiera que se pase por ahí; el FCFORUM, un lobby internacional muy
serio, es un caballo de Troya en ministerios y comisiones europeas; o la Red
SOStenible, la marca de lobby española…
Estas son solo algunas. Nadie sabe cuántas
son, cuántos son y quiénes, quién es el responsable, ni lo que van a hacer pero
son marca a la luz del día, puedes relacionarte con ellas y obtener buenos resultados.
3. Por último, en tiempos de bonanza nos
diluimos, poniendo nuestras habilidades al servicio de las decisiones
colectivas; nos diluimos en la asamblea general del pueblo que, con su
inteligencia colectiva apabullante, no deja de sorprendernos a pesar de haberla
teorizado: cuando todo está perdido, una asamblea madura, de gente que tiene
opinión propia y que se ha formado y contrainformado en la red, libre de dogmas
de uno u otro color, una asamblea de entre 1.000 y 4.000 completos
desconocidos, misteriosamente hace la cosa justa.
No siempre se dan estas circunstancias. En
momentos de reflujo el espacio sano de la asamblea lo suelen ocupar «reiteradores»
que intentan convencerse a sí mismos que a fuerza de repetir las mismas
palabras estas tiene vigencia, sin darse cuenta de que tan solo producen una
fuga generalizada a otros espacios, dejándoles frente a una asamblea de simismos.
El cómo
Últimamente estamos diciendo: sé
radical, pide lo posible.
Aquí llega un aspecto violentamente
confrontativo con un sector — pequeño, por suerte— del movimiento 15-M. Si se
me permite una simplificación un poco caricaturesca debida a la exasperación
por la cantidad de horas que hemos dedicado a debatir con él, este sector está
constituido por los que consideramos el verdadero problema. Trolls a parte,
estoy
hablando por un lado de los radicales «puros»,
que piensan que el sistema no se puede reformar —hasta aquí de acuerdo—, pero
que también sabotean los intentos de utilizar demandas reformistas como arma de
guerrilla; y, por otro lado, de los «intelectuales críticos», que no se ven
mucho por las asambleas porque están ocupados rescribiendo la historia con texto
del tipo «Ahora, ¿qué? Un 19-J pacífico destruye el potencial revolucionario».
Nosotros pensamos que las demandas de reformas destruirán el sistema actual, porque el
sistema está preparado para encarar enemigos pero no para que estallen sus
propias contradicciones internas.
Encarar el sistema a un imposible ontológico, «destrúyete»,
ya le ofrece su defensa, la de ser tu antagonista. Si fuerzas a un sistema
cerrado en torno a sus privilegios a «mejorarse», solo le
queda la deserción y la fuga como salida. Todo sabemos que al enemigo hay que
dejarle una vía de salida si queremos ganar.
También debemos aprender a ganar. En los días de
grandes victorias vemos claramente lo que cuesta aceptarlas como tales.
No sabemos ganar. Quien magnifica el
enfrentamiento no consigue «hacer» porque el enfrentamiento es su «hacer».
Cuando estamos ganando se deben abandonar posturas de trinchera desde la libertad
de mediar con nuestras dependencias, sin necesidad de destruir.
Siempre que hay transformación hay pérdida, también
en los cambios positivos, y no por eso no han de producirse. Tenemos que ser
conscientes de ello para sobrellevar la nostalgia.
Lo que ha destruido grandes experimentos
revolucionarios es el miedo interno a lo nuevo; por eso nos interesa la cooptación de nuestro mensaje,
y nos interesa asumirla como una victoria.
Quizás esto que voy a decir sea un poco
«islandés», pero lo comparto con mucha gente del movimiento del 15-M.
Si en tan solo un mes los políticos han dado ya
varios pasos intentando copiar o aplicar nuestras demandas, nos debemos alegrar
y marcarlo como victoria.
Con VdVivienda no nos marcamos este tanto cuando
la Chacón puso la «ayuda para jóvenes».[3]
Es difícil marcarse como un tanto semejante infamia, pero el no hacerlo
posiblemente fue lo que nos hundió entonces.
Porque la acusación que más daño nos hace, ya que
nos hace perder comunicación con gran parte de la gente, no es que seamos unos
violentos, sino que seamos una chavalada que protesta sin nada que proponer e
incapaz de gobernarse.
Claro que los políticos que intentan picotear de
lo que decimos lo hacen mal, claro que lo hacen por populismo, pero están
siendo obligados a hacerlo porque así lo hemos exigido. Claro que es una
payasada, pero debemos celebrarlo como victoria, cada vez, porque demuestra que
nos tienen miedo, porque, nos guste o no, somos votos, y perder votos es el despido
para ellos. ¿No era lo que queríamos, despedirlos?
Nuestra fuerza es introducir dudas en sus
cabezas, pesadillas, a veces (contadas veces) pensamientos de justicia que
nunca se hubieran imaginado llegar a tener. Quebrar su estructura psíquica, su
tranquilidad intocable.
Las técnicas de escrache son esenciales.
Es curioso ver que los que niegan esta opción táctica
luego defienden fervorosamente las protestas contra los recortes, como si esta
no fuera la demanda más reformista y como si antes de los recortes el mundo
hubiese sido bueno.
Esta guerra es una guerra del lenguaje
El primer cambio ha de ser en el lenguaje,
desde una profunda autocrítica. Ya no podemos complacernos en el martirio de
pedir lo imposible; hemos de evolucionar de nuestro papel de antagonistas
perdedores. Si el propio lenguaje que utilizamos es incomprensible es para
hacernos los incomprendidos.
Tenemos que ser responsables de nuestros
actos.
Si no somos leíbles para la mayoría, ayudamos a
la fascistización de la sociedad.
Por la euforia y luego la fuerza que nos dio
vernos unidos en tan grande multitud en el movimiento 15-M, algunos están
intentando imponer estéticas y lenguaje, dogmas que están en el tintero y que repiten
como mantras desde hace ya muchos años. Es normal, son palabras por las que
hemos luchado mucho y a las que tenemos mucho apego, pero son palabras muy connotadas y marchitas.
Que se me entienda bien, por favor: una cosa son
las palabras y otra las ideas, que pueden ser excelentes pero que a menudo se
pueden expresar, digamos, con sinónimos, teniendo al fin y al cabo el mismo
objetivo.
El consenso masivo que hemos alcanzado con el movimiento
15-M justamente no viene de ninguna de las palabras que llevamos años
repitiendo.
Las palabras nuevas son, por ejemplo,
«Islandia» o «Indignaos», un librillo flojísimo en los contenidos pero que
introduce un imaginario inclusivo y una palabra todavía sin explotar.
Nos estamos confundiendo; no estamos ganando por
lo que siempre hemos dicho, sino por lo que siempre hemos defendido dicho con
otras palabras y en un orden de menor a mayor: primero viene la abolición práctica
de privilegios y luego la justicia global. Así nació el 15-M y esta es su ola,
queramos o no.
Lo que llevamos tiempo defendiendo ya conforma
esta ola, cae por su propio peso y debemos decirlo con estéticas y palabras
nuevas, ganadoras. Las antiguas solo evocan derrota y división y ahora es el
momento de la victoria y de una infinita diversidad con unos pocos mínimos
comunes denominadores. Una asociación global de egoístas reformistas radicales.
Hemos de estar presentes a todos los niveles.
Debemos trabajar la implementación de la democracia directa pero también
desmantelar el poder existente por dentro y su imagen mediática y memética.
Hemos de ser tácticos con las palabras y con los actos. Pensar una acción por
el resultado real y concreto que quiere obtener, no por razones viscerales o de
justicia en abstracto…
Si le pides a la gente que odie su forma de
vida se pondrán en tu contra; si compartes el odio por las mismas frustraciones,
seremos invencibles.
Como dicen muy banalmente los islandeses, «ocupar
los medios para ganarse a la gente que mira la tele».
¿No queremos este gran consenso? ¿Qué pasa?, ¿no
queremos mezclarnos con el pueblo? Si usamos el lenguaje que entiende la
mayoría, naturalmente estaremos usando un lenguaje copado por el sistema. ¿Y?
¿Cuál es el problema?
Lo que pide la gente (y yo me incluyo) es
comprender las leyes que nos rigen. La gente empieza a ver que las leyes son
textos accesibles y bastante surrealistas, escritos por simples mortales muy
asustados de perder algunos de sus privilegios. Esta es la base del gran
empoderamiento de las personas en
este momento.
Ya no le tienen respeto a la «ley» y no me
refiero a la idea de «ley», sino a la «ley» cosa. La leen y la comentan. Ya no
delegan esta operación a los especialistas.
Nosotros hemos estado trabajando así ya desde los
tiempos de la ordenanza del civismo, en Barcelona en 2005.
La parte principal de juego para nosotras es
estudiar la ley, comprenderla, explicarla con otras palabras, ponerla en ridículo,
hackearla para inutilizarla,destruir su autoridad sustituyéndola por otros cauces
positivos que, finalmente, sean asimilados con el mal gusto y retraso que
caracteriza al sistema, haciendo tabula rasa de lo anterior.
Cuáles son las principales urgencias ahora, de
cara a la #globalrevolution
1. Realizar un fork entre
«imaginario islandés» e «imaginario griego» para que ambos puedan convivir sin
cortarse las alas.
Lo que nos está resultando más difícil estos
días es luchar contra el proverbio «mejor permanecer unidos» cuando la tensión
interna es paralizante y cuando en realidad nuestra fuerza justamente es tener
mil caras y mil nombres.
2. Ha llegado
el momento de mostrar resultados inmediatos. Estamos en ello.
3. Para todo esto hay que generar economía:
necesitamos pasta. Si no liberamos tiempo de trabajo político dentro del capitalismo,
nos vencerán.
Conservas, la asociación cultural que tenemos montada,
como institución cultural «anómala», en estos años ha llevado dinero de las
subvenciones culturales a la r-evolución, siendo la cultura como la entendemos
ingrediente fundamental de la
r-evolución.
Obviamente, esto también ha ofrecido bienestar
a sus miembros, porque, como decía antes, sin la salud económica de los
artivistas la r-evolución pierde mucha energía.
Ahora que ya no hay subvenciones a la cultura,
debemos redireccionar la letanía del sector cultural de «queremos más dinero
para los artistas». La pregunta no es cómo la sociedad dará de comer a los artistas;
sino de dónde sacarán dinero los artistas para llevarlo a la r-evolución y a la
sociedad.
Aparte de esto, estamos estudiando los
sistemas de micro-créditos y crowdfunding para que dejen ese aspecto de pobreza
y caritativo y se conviertan en fuentes de autofinanciación reales dentro y
contra el sistema capitalista, en una dimensión más venture anarquism,
parafraseando al compañero D. Kleiner, el Telekommunisten.
Como continuación del Manual
sobre sostenibilidad en la era digital que publicamos en 2011 con el
FCForum,[4]
estamos experimentando «fórmulas concebidas
para permitir que los comuneros (todos aquellos
sujetos que participan activamente en la producción, reproducción y gestión de
los bienes comunes) compartan y exploten el procomún, pero
condicionando el modo en que las empresas o
entidades lucrativas se relacionan con dicho procomún».
En aquellos casos en que se generen beneficios,
la comunidad «creadora» debe percibir parte de
esos beneficios.
X.net (exEXGAE) propone que el 15% de los
beneficios obtenidos por las plataformas de distribución de contenidos se
redistribuyan entre quienes aportaron contenidos a dichas plataformas según una
estimación de raíz cúbica indirectamente proporcional basada en una escala de 1 a 1.000 que va desde las
obras con mayor número de visitas hasta una cantidad mínima acordada.
Por ultimo, pedir el fin de los privilegios de
políticos, banqueros y ricos no es tan solo un posicionamiento ético; es una
forma de crear presupuesto que perseguimos realmente.
Esto es todo.
Justicia y calidad.
Simona
Levi
Barcelona,
23 de junio de 2011
[1] Netiqueta: Conjunto de reglas que regulan el
comportamiento de un usuario en un grupo de noticias, listas de correo, horas
de discusiones o al utilizar el correo eléctrónico. Por extensión se utiliza
para referirse al conjunto de normas de comportamiento
[2] http://whois--x.net/impuesto-sobre-conexion-a-internet
[3] http://economia.elpais.com/economia/2007/09/18/actualidad/1190100777_850215.html
[4] http://fcforum.net/es/sustainable-models-for-creativity
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