«No se protegen los derechos de nadie, sino que se invaden
los de los otros», dijo Soraya Sáenz de Santamaría hace unos días para
responder a quien le preguntó por la opinión y actitud del Gobierno ante los
escraches.
Los «derechos» de la
vicepresidenta gozaron este viernes de una imponente protección policial frente
a su casa, en la colonia madrileña Fuente del Berro. Centenares de
manifestantes se desplazaron hasta allí para escracharla, para avergonzarla por
la actitud de su partido frente a los desahucios.
Los escraches son acciones
pacíficas, que hoy incomodan al gobierno del PP bastante más que otras
manifestaciones. Son protestas que levantan ampollas y escuecen. Tanto es
así que quienes se sienten señalados parece que pierden el sentido de realidad,
sobre todo cuando acusan a los miembros de la Plataforma de Afectados por la
Hipoteca de practicar violencia, escarnio, acoso, coacción, persecución,
violación de la intimidad familiar...
Cuesta entender ese empeño en
mirar hacia otra parte cada vez que se oye el quejido de quienes se quedan sin
vivienda. ¿Qué tendrán en la cabeza esas gentes que intentan silenciar a las
verdaderas víctimas e ignoran la violencia que se ejerce contra los
desahuciados? Se niegan a ver a quienes utilizan cualquier medio, la fuerza
física si es preciso, para expulsar a seres humanos de sus casas, en abierta
violación de un derecho elemental, sin tener en cuenta para nada los desgarros
personales y familiares que ocasionan.
Vale la pena comparar unas y
otras acciones. Conviene preguntar si alguien ha visto algún día agentes
colocando escaleras en el balcón de un alto cargo corrupto o forzando una
puerta para detener a dirigentes de entidades financieras o corporaciones
inmobiliarias, para poner a la sociedad a salvo de sus acciones fraudulentas,
estafas millonarias o desvíos de capital.
La frase de la vicepresidenta
habría resultado apropiada y pertinente si la hubiera aplicado a sí misma y a
sus compañeros de partido, a los salvadores de bancos y entidades financieras,
en vez de a los afectados por las hipotecas y a otras tantas víctimas de la
irracionalidad mercantil.
Cuando entorpecen la
Iniciativa Legislativa Popular promovida por la PAH y facilitan la
ejecución de desahucios «no protegen los derechos de nadie, sino que invaden
los de otros», para perpetuar los privilegios de los ganadores de siempre.
Marià
de Delàs
Público, 6 d'abril de 2013
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